Los árboles mueven sus ramas al ritmo del viento que se levanta como un oasis en medio de las altas temperaturas de un 31 de diciembre que cierra las puertas del 2022. Árboles que están hace años, incluso antes que yo supiera de la existencia de este lugar que hoy es mi hogar. En mi recorrida visual me encuentro con otros que he plantado, y eso me hace saber que he dejado algo sobre la tierra, algo que trascenderá mi paso por ella, algo que le aporta y aportará vida en forma de oxígeno y de frutos.
Los cierres del año son propicios para hacer balances, este año fue muy positivo en lo personal, tan positivo que me está dejando la posibilidad de volver a elevar mi mirada hacia ellos, los silenciosos compañeros que me saludan todos los días, saludan de salud dar, de dar salud. Tantas veces no soy consciente de su presencia que cuando lo soy no puedo más que agradecerles por estar, por dar salud, por resistir a todo, por ser flexibles ante la tempestad y lograr así sobrevivir. Los árboles me enseñan, me protegen, me acompañan y me inspiran.
El próximo año tengo el objetivo de hacer podas en los que las necesitan para darles fuerza, y ese objetivo es el fruto de haber podido relajar mi mente y observar las necesidades más allá de mis narices, más allá de las puertas de mi casa y de mi familia, este año me deja la posibilidad de recordar que familia es todo lo que me rodea y acompaña mi vida, quienes me dan salud, protección, seguridad, abrigo y resguardo. Ellos son mi todo, y yo soy parte de todos ellos.
Feliz 2023 para todos.
Ale Flores
31 de diciembre de 2022.
La Merecida
Espacio Sagrado
Con Conny y Kika
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