Todos recibimos luz, y todos tenemos la capacidad de abrir nuestros canales para recibir más luz. La oscuridad es falta de luz, pero también la luz proyectada sobre un cuerpo físico genera sombras.
Todos tenemos luz y proyectamos sombras. Las sombras pueden ser ocultadas ante la vista de los demás, pero siempre afloran en algún momento cuando los vínculos son profundos. Es fácil amar la luz, lo difícil es amar las sombras, amar la oscuridad que habita en cada ser encarnado que transita el camino hacia la iluminación.
Abrazar la luz y las sombras es abrazar plenamente a otro ser, es aceptarlo como nos aceptan los ángeles, los arcángeles. Como aceptó Jesús a todo el mundo mientras caminó la tierra, aceptando también a quienes no creyeron en que EL es, y como nos acepta ahora que habita en el cristo que todos llevamos en nuestro corazón, por eso, desde el amor que habita en nuestro corazón no rechazamos a nadie, el rechazo proviene de nuestro ego, de nuestras experiencias pasadas, de nuestras creencias humanas, de nuestros juicios y prejuicios. Cuando el amor es puro acepta sin juzgar, da sin esperar, ama solo por amar.
Ale Flores
26 de abril de 2025
Pedaleando en el gimnasio.
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