Vine un rato a mi espacio de meditación, mi espacio sagrado, donde las energías externas reflejan quien realmente soy, con luces y sombras, con hojas secas y brotes verdes. Con árboles que acarician el cielo y raíces que llegan profundo en la tierra. Aquí, donde descansan mis ansiedades, donde mis temores se alejan, donde mi energía se eleva. Es el último día del 2023, ya le quedan menos de 12 horas a este año, para mí fue de mucho crecimiento principalmente en el plano laboral, y no es casualidad ya que volqué mis energías en eso, en afianzar mi camino independiente. Volví a hacer deporte que es una forma de conectar también con uno mismo, y hoy puedo cerrar este año en paz, acompañado por quienes quiero y me quieren, tanto en presencia como a la distancia. En poco tiempo cumpliré 51 años, creo estar alcanzando un punto de maduración que esperaba, debo seguir puliendo el diamante que soy, el camino es largo, sé que puedo caminar y levantarme si me tropiezo, sé que puedo superar cada obstáculo porqué vengo de comprobarlo y de superar uno muy grande.
Mi deseo para el año que viene es tener más tiempo de reflexión, más tiempo de conexión interior en este espacio, y que el crecimiento interno acompañe el externo.
Si, hoy hablo de mí, me escribo a mí, me felicito por todo lo vivido y me doy fuerzas para lo que viene fijando el GPS interno hacia donde quiero ir.
Estas palabras son de mi espíritu a mi mente, a mi corazón, y desde EL trazo la ruta a recorrer.
Lo que queda por vivir es vida, y yo soy el protagonista de mi propia historia.
Ale Flores
31 de diciembre de 2023
12:58
La Merecida
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Altar de Fuego
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