Tal vez lo más difícil sea
mantener la confianza, saber hasta dónde nos corresponde obrar a nosotros, y
después esperar las cosechas. Somos ansiosos, es como si la ansiedad tuviera
buena prensa, como si fuera bueno estar siempre corriendo detrás de algo,
presionando para conseguir un objetivo.
Tenemos tantas deformaciones
culturales, tantos mandatos sociales, tanto ADN contaminado por preocupaciones
que nos cuesta disfrutar el presente, sostener la calma y saber que todo llega,
cuando tiene que llegar.
Sin darnos cuenta grabamos en
nuestros hijos los patrones que incorporamos durante nuestra formación, los
presionamos y los sobre exigimos sin ser capaces de detectar sus dones y
ayudarlos a descubrirlos.
Todos nacemos con alas, todos
tenemos herramientas que llegan con nosotros cuando encarnamos y nos permiten
transitar la vida, el problema es que muchas veces nos hacen creer que esas
alas no existen, que lo importante no son las alas, sino
elegir una rama firme sobre la que colocarse, o que las herramientas
que necesitamos las tenemos que incorporar, de todas maneras todo sirve, todo forma,
y aunque a veces la formación deforma, necesitamos transitar ciertos caminos
para poder conocer mejor el terreno.
Sé que todo lo que viví me dejó herramientas, pero por sobre todas las cosas, se que siempre
fui guiado por mis guías, custodiado por mis ángeles, y eso es lo que me da la
tranquilidad en los momentos turbulentos para saber que todo va a estar bien,
porque la seguridad nunca es externa, siempre es una aceptación interna, una
confianza que nace más allá de los límites de la mente, nace cuando el espíritu
atraviesa los límites mentales y se reconoce uno con toda la creación, cuando
el alma se impone a las ideas terrenales y nos recuerda que la energía es
eterna, que solo el cuerpo es temporal, que todo pasa y que esto también pasará.
Ale Flores
23 de Octubre de 2018
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