¿Qué sentido tiene caer si
después de levantarnos ponemos las piedras con las que nos tropezamos
nuevamente en nuestro camino para que sigan siendo obstáculos que nos impiden
caminar en paz?. Si no cambiamos los pensamientos, los apegos, las pasiones que
nos dominaron y nos hicieron caer volvemos a caer una y otra vez, hasta que en
nuestro cuerpo no quede espacio para nuevas cicatrices.
Los tratamientos médicos medican
los síntomas, pero no atienden las causas psicológicas y emocionales que crean
las enfermedades. Ver y accionar en ese sentido es pura y exclusivamente
nuestra responsabilidad, un remedio puede estabilizar la presión arterial, pero
no puede darle felicidad al que camina la tierra sintiéndose infeliz.
La sanación es un proceso que
siempre surge desde el interior, desde la sana acción, la acción de pensar
pensamientos sanos, libres de carencias, de ansiedades, de intentos de
controlar todo, de creer que está en nosotros brindarles felicidad a todos los
que nos rodean perdiendo el foco de nuestra verdadera misión, que en primer
lugar implica ser felices nosotros.
“Nadie es profeta en su tierra”,
me recordaron hace poco, cuando me recuperaba de mi pico de presión, la tierra
es el cuerpo y es posible que lo que escribo ayude a sanar a muchas personas,
pero no sea el vehículo por el que logre mi real sanación, tal vez sea (y creo
que lo es), un gran método para liberar emociones retenidas, lo cual no es
poco, pero la sanación requiere algo más, “mente sana en cuerpo sano”, espíritu
puro encarnado en una mente que ve más allá de las apariencias terrenales y a
su vez es consciente del cuidado que el cuerpo requiere, dándole ejercicios
físicos, alimentación consciente y retirándolo de los sitios donde percibe
vibraciones bajas.
La rutina oscurece, la rosca
enrosca. La política no es militancia, no es defender una idea o un ideal, la
rosca que enrosca y lastima es la de la política que construye fanatismos,
vivimos en sociedades que requieren un orden para sostener la convivencia, la
militancia puede servir para sembrar conciencia, extender la mano al que la
necesita.
La información muchas veces es
elemento de deformación para moldear mentes en beneficio de intereses ocultos,
oscuros, nefastos, la formación valida es la que surge de lo que nos pasa, de
lo que sentimos, del camino que traza el corazón cuando late relajado al estar
cómodo, o cuando se altera al estar en el sitio equivocado.
Desde que me dieron el alta
trabajo diariamente con las llamas, busqué un libro que empecé a tener en mente
antes de caer, “Las practicas de las llamas” enseñanzas de Saint Germain,
instrucciones para la era de acuario de editorial Humanitas. Fue el primero que
busqué cuando volví a mi casa, a mi templo, con él estoy arando mi tierra para
volver a sembrar, recogiendo las piedras con las que tropecé para seguir
construyendo mi templo, mi templanza.
Siento que el camino es largo
aún, lo cual me da esperanza, ya que implica que tengo que hacer mucho trabajo
en la tierra y eso me permitirá acompañar el proceso de la gente que amo, esas
almas que me abrazan cuando mi espíritu necesita contención para seguir
latiendo dentro de mi cuerpo, las que me dan la mano para que me vuelva a poner
de pie, las que me conocen “realmente” y saben que cuando estoy en mí, cuando
soy quien realmente soy todo el poder de la vida se manifiesta a mi paso, puedo
acariciar un alma con una palabra, sanar un cuerpo con un abrazo, ser la
presencia del amor en un beso, o escribir un texto que trascienda el tiempo y
el espacio.
Ale Flores
11 de Mayo de 2019
La Merecida
Silla Azul
Espacio Sagrado
Altar de Fuego
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