El calor se incrementaba cada vez más, pero yo estaba disfrutando del paseo y descubriendo los mensajes que La Mary había dejado en cada canción de su CD.
Cerca de las 12 comenzamos a caminar, fuimos por Juramento rumbo a Estomba, ya que a mi me gustaba pasar por la iglesia de San Patricio ubicada en Estomba y Echeverria.
Es necesario aclarar que en esos días mi cabeza estaba llena de confusiones, no me alcanzaba el dinero para llegar a fin de mes, en el trabajo que estaba me sentía aplanado, no podía crecer laboralmente y no sabia como salir, mi hija estaba por cumplir su primer años llegaban las fiestas las vacaciones y yo tenia dinero para nada. Todo eso me había generado una contractura muscular que me afectaba en los hombros, yo aun no era reikista y no tenia dinero para pagar un masajista o algún tratamiento que me ayudara con la contractura.
La cosa es que caminamos bajo el sol y llegamos a la iglesia, la calle estaba desierta, el calor era insoportable, a lo lejos la única persona que vi era un señor que parecía vivir en la calle, estaba solo vestido con ropa de invierno sentado en el umbral de una casa, por algún motivo ese hombre me llamo la atención pero seguí mi marcha, ate a Felicia en la baranda de la escalera y decidí entrar, al intentar empujar la puerta note que estaba cerrada, al igual que todas las demás.
Desate a Feli y recordé mis $ 4 en el bolsillo y decidí ir a buscar nuestras bebidas, comencé a caminar por Estomba y de repente por algún motivo sentí la necesidad de girar y mirar hacia arriba, cuando lo hice entre las hojas de los árboles se formaba una ventana por donde podía ver perfectamente la cruz de la iglesia, en ese movimiento recordé los dolores que sufría por la contractura. Cuando volví mi cabeza para seguir mi camino volví a ver al hombre sentado solo, una voz interior me dijo “anda y dale la mirad de lo que tenes” Que? $ 2 y quedarme sin mi cerveza fría?, era una locura para mi, lo había planificado de esa manera desde el día anterior, Felicia estaba acalorada y necesitaba el agua, por lo tanto el sacrificio era mío. Intente cruzar la calle como para hacerme el distraído pero no funciono, volví a sentir la necesidad de mirar hacia arriba y otra vez las podía ver la cruz de la iglesia perfecta, a pesar de la gran cantidad de hojas que tenían los árboles. Así que volví hacia donde estaba el hombre, tome un billete de $ 2 y me detuve frente a él que seguía leyendo sin percatarse de la situación.
Me quede unos instantes hasta que levanto la cabeza y me miro, su rostro era serio, como enojado, cuando me miro le pregunte “¿que tal amigo como le va?”, el tipo con cara de asco me respondió “y a usted que le importa, o acaso va a hacer algo para que me vaya mejor”, supuse que estaba a punto de agredirme por que su expresión denotaba un resentimiento muy profundo, extendí mi mano sin hablar y al llegar la misma lo mas próxima a él posible le dije “si no se ofende, me gustaría darle esto para que se tome algo fresco”. El hombre miro el billete, su expresión cambio por completo y me dijo “hermanito, me voy a poder comer una empanada, muchas gracias” se paro, me abrazo y me dio un beso. Se había convertido en la persona mas amable del mundo, me contó que estaba en ayunas ya que la iglesia había permanecido cerrada y que nadie le había convidado nada de comer a pesar de estar en un barrio de gente de mucha abundancia económica. Permanecí unos instantes conversando con él hasta que decidí retirarme, comencé a caminar y cruce la calle, al llegar a la vereda siguiente note que mis hombros me dolían, volví la cabeza para buscar la cruz de la iglesia y la vi, le guiñe un ojo a dios, moví mis brazos para confirmar que no me dolían y así era. Con una emoción grañidísima decidí ir a mi casa, al llegar mi mujer abrió la puerta y le comencé a mostrar movimientos imposibles de hacer por mi hasta unos instantes antes. No podía creer y mucho menos entendía lo que pasaba, sabia de mi contractura muscular y de nuestras imposibilidades de pagar un tratamiento, con lo cual no entendí como se había resuelto hasta que le conté la historia que les acabo de relatar.
Esta mañana me acorde de este hombre, a quien desde ese día habitualmente visito y le llevo ropa, o algo de dinero, que me retribuye con su ternura y con las conversaciones que mantenemos, me contó su vida entera, sobre sus penas y el odio que toda la vida tuvo hacia el prójimo, me decía “yo entraba a un bar y la gente se asustaba”, “todas las semanas terminaba preso por que me peleaba con alguno o cuando la policía me paraba por la calle los enfrentaba”.
Ese se llama Antonio siempre lo encontré en la esquina de Estomba y Sucre, sentado en la entrada de una casa. Conoce a cada integrante de la cuadra, a los curas de la iglesia, a las palomas y los gatos.
Hace algunos días que lo estoy recordando, deben hacer como 2 meses que no voy a visitarlo, siempre siento que me falta tiempo y cada vez que voy me reprocho por no ir más seguido. Esta mañana viniendo a mi trabajo en la esquina de Melian y Pampa vi a una mujer de unos 70 años tirada en la vereda, me baje del auto y la ayude a levantarse, al hacerlo me contó que era la segunda vez que se caía en el día, le pregunte si podía alcanzarla a algún lado en mi auto y tuve que insistirle para que me permitiera alcanzarla a su casa donde la deje minutos mas tarde, durante el viaje su cara se modifico, al principio estaba asustada, luego se alegro y me agradeció durante todo el trayecto el gesto, me dijo “ya no quedan caballeros” a lo que respondí “caballeros quedan lo que pasa es que la gente esta ocupada pensando”. Al retomar mi viaje de manera casi obligada pase por la iglesia y por el lugar donde siempre encontré a Antonito, quien esta vez no estaba, supongo que desde nuestra conciencia superior habrá preferido no estar para que pueda dedicar estos minutos para contarles esta historia, la suya, la mía, la nuestra.
Muchas veces no prestamos atención a las vivencias que el universo pone delante nuestro o peor aun, las ignoramos concientemente, es como evitar entrar a dar un examen, como ya sabes eso no te permite aprobar la materia y crecer, te deja en el mismo lugar en el que estas.
Todos desde nuestro lugar podemos hacer algo para ayudar al otro, estoy seguro que si lees mis correos es por que ya lo haces, pero estate atento, por que si estas en esta línea el universo cada vez te enviara mas y nuevas situaciones, ya que ayudando al prójimo te estas ayudando a vos mismo, no dejes pasar la oportunidad para hacer el bien, no importa si te ven, no busques recompensa, si lo haces así no sirve, tiene que ser desde el amor, como si estuvieses ayudando a tu mamá o al mismo dios, en definitiva es lo que estas haciendo.
Gracias por estar y por permitirme compartir con ustedes mis vivencias.
Soy Reiki
2 comentarios:
Gracias, hermano.
Gran historis, eres grande.
Namastê
Gracias por tu maestría.. gracias por tu amor incondicional... Gracias por estar...
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