Dicen que todo tiene un final. Y supongo que asi debe ser, aunque aún conservo la idea de pensar en que todo es un eterno comienzo y que las etapas se cierran para abrir nuevos ciclos. Que nada se termina, que todo se recicla.
Escribo esto la última noche de las vacaciones 2025 en Mar del Plata, una ciudad que nunca se cansa, que siempre tiene algo nuevo que mostrar, incluso en lo viejo.
Hoy cené en la casa de mis tíos, claro, cómo podría cerrar mejor unas vacaciones que en la casa de ellos y con la compañía de mi familia.
Mañana volvemos a Buenos Aires, no me quiero dormir, quisiera estar despierto todo el tiempo viendo el mar, el tránsito que recorre sus calles a toda hora. La gente que sale a caminar, las olas golpeando en las piedras incansablemente, los recuerdos de cada época de mi vida, en fin. Esta ciudad tiene mi pasado, mi presente y futuro en su aura, me siento de ella y turista, la siento mía y ajena.
Me voy a dormir. No me queda otra porque mañana tendré que conducir más de 400 kilómetros, pero esta ciudad siempre esta en mis plaquetas, en mi ADN en mi ser, y espero volver y al hacerlo pasar por Derqui y fundirme en un abrazo con Lidia y Cholo.
Mar del Plata
6 de marzo de 2025
Mi yo eterno.
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