En estas fechas recibimos saludos de muchos seres queridos, aparecen amigos que ni recordábamos tener, familiares lejanos, vecinos, compañeros de trabajo, ex compañeros de lugares en los que hemos desempeñado tareas en algún momento. Es imposible tener conciencia cierta de todas las almas con las que interactuamos en el camino de nuestras vidas desde que comenzamos a transitar el paso por la tierra, en cada etapa nos encontramos con personas, algunas las sentimos más cercanas, más afines, con otras tal vez apenas intercambiamos algunas palabras, o simplemente unas miradas, la mayoría quedan en el olvido, por algún motivo la vida nos acerca y nos aleja, con algunas personas seguimos vinculados después de muchos años, con otras, incluso con quienes en algún momento tuvimos una fuerte amistad desaparecen de nuestras vidas sin motivos aparentes, o una pequeña diferencia humana nos aleja.
En estos tiempos la vida se encargó de alejarme de personas que sentía muy cercanas, de gente que con quien creía compartir una autentica amistad y las circunstancias demostraron que no lo eran, en el equilibrio constante que la vida ofrece aparecieron también viejos amigos, conocidos, colegas o ex compañeros de trabajo que estuvieron dispuestos a darme una mano, abrirme puertas y ponerse a disposición para poder seguir transitando el camino que inicié hace ya un año, en plena pandemia, un camino que no elegí (al menos de manera consciente), pero estoy feliz de transitarlo.
La vida nos reencuentra con almas, vínculos de esta y de otras encarnaciones aparecen y desaparecen como por arte de magia y cada vez que sucede tenemos la oportunidad de sembrar en ellas lo mejor de nosotros, como así también nos da la posibilidad de contemplar el brillo que habita en cada corazón.
En este cierre de año quiero darles gracias a las personas que tengo cerca, a las almas con las que interactué en algún momento de mi vida sea cual sea el vínculo que nos unió.
Todos somos indispensables y a la vez no lo somos, depende de la visión de cada uno, cada ser humano es único, cada uno tiene sus dones, sus carismas, su forma única y particular de plasmar el amor del universo en la tierra, aprovechemos los instantes en los que la vida nos encuentra para captar ese don que habita en los otros, porque en esa apertura por recibir lo mejor de los demás estaremos dejando lo mejor de nosotros mismos.
Este es mi modo, escribiendo, tal vez no sea este el texto más inspirado o profundo que haya escrito, pero estoy seguro que en algunas de las palabras pude plasmar mis dones y talentos para que lleguen a vos, si sentís que no es así, seguramente la vida nos dará una nueva oportunidad para que pueda hacerlo, cuando llegue ese momento mirame a los ojos, centrate en el tono de mi voz y seguramente tu alma me reconozca porque nos conocemos de antes, hemos compartido experiencias en otros tiempos, y si la vida nos reúne es porque aún nos queda algo por aceptar, algo por intercambiar.
Si la vida nos reencuentra es porque aún juntos podemos crecer.
Muchas felicidades, compañeros de camino.
Ale Flores
23 de diciembre de 2021