No nos mata un disparo, nos mata la sangre derramada al recibirlo. El disparo nos hiere, lo que se lleva nuestra vida física es la energía que perdemos por la herida recibida.
Las palabras pueden ser un disparo, somos nosotros los que las hacemos balas que nos hieren, que nos matan, las dejamos pasar o las detenemos en el aire al no aceptarlas.
Nuestra energía es inmortal, nuestra luz jamás se apaga. Dejemos aflorar nuestra energía que ella sea el escucho que nos proteja de toda vibración mal calificada.
Somos almas eternas viviendo experiencias terrenales, nunca perdemos si aceptamos todo como enseñanzas.
Ale Flores
8 de octubre de 2021
La Merecida
Espacio Sagrado
Altar de Fuego
Con Kika y Conny
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