He conocido personas ricas, gente que tiene mucho más dinero del que uno se puede imaginar, algunos que lo obtuvieron poniendo como único y principal objetivo de sus vidas llegar a ser número uno en lo suyo, otras el camino se les fue abriendo y pasaron de tener una vida modesta a poder vivir en la opulencia total.
En la mayoría de los casos hay algo en común, no se pueden retirar, les cuesta dejar de lado la adrenalina de la competencia, ese sueño que tenemos muchos de contar con todo el dinero necesario para radicarnos en una playa del caribe y vivir bajo una palmera disfrutando del mar, para ellos es un idea de alguien que desconoce el real hecho de transitar lo que ellos transitan, y por eso siguen, por eso no se pueden retirar.
Entre ellos y nosotros hay muchas cosas en común, y una en particular, todos necesitamos hacer algo, estar en movimiento, resolver cosas, pensar, actuar, ya que ahí radica (según ellos) la vida, ¿que hago si me retiro?, me preguntaron, “vivis”, fue mi repuesta, y la de ellos fue “esta es mi vida, no se vivir de otra manera, no puedo estar sin hacer nada, ya llegará el momento de no poder seguir trabajando, mientras tenga energía no voy a parar”.
En definitiva, tanto ellos como nosotros reciben y utilizan la energía, la misma energía, en punto esta en donde la enfocan, cuales son los objetivos que se fijan y hacía donde dirigen sus pensamientos.
No voy a hace aquí un juicio ético ya que no es mi función ni la intención de este texto, la idea es compartir una reflexión, un simple pensamiento.
Ale Flores
27 de marzo de 2022
La Merecida
Encendiendo la horno a leña
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