El fuego de las velas que
iluminan lo que escribo me trae energías que quedan plasmadas en los textos.
Los cantos de los pájaros, las
hojas secas que piso, la música que escucho, y la armonía de este lugar me
devuelven el bien estar.
Aquí escribo, escribo para
soltar, para expresar, para dejar fluir.
Plasmo energías en trazos de
lapicera, y como el verbo se hace carne, aquí quedan las vibraciones del
eterno presente en el que habito.
Tantas horas de recibir estos
estímulos han creado surcos en mi mente, ahora me es más fácil transitar el
camino, llegar al silencio, vaciar la vasija para volver a llenarla con
emociones puras.
Ya no es solo necesario, es una
obligación con mi ser, una ofrenda a mi divinidad, un espacio para hacer mi misión.
El Reiki es sanación, es amor,
es energía vital universal. Mi misión es grabar esa energía en las palabras que
escribo, para que quien las lea en ellas pueda vibrar.
Aquí está el silencio, el fuego
de las velas encendidas de mi altar. La música de elevadas vibraciones, la
compañía de mis perras, de los arboles, de las plantas, de la tierra, el sol,
el agua y el aire.
Aquí habita el canto de los
pájaros, la energía de los cuarzos de los ónix que dispuse en mi lugar.
Hago sonar 3 veces mi campana, y
esas vibraciones las grabo acá.
Resonarán en tu mente, serán el
llamado de tu despertar.
La vuelta al padre. El inicio de
tu maestría.
El descubrir tu divinidad.
Ale Flores
7 de Octubre de 2018
La Merecida
Espacio Sagrado
Altar de Fuego