Hay cosas que uno tapa, por no poder
resolver.
A veces uno se refugia en ocupaciones, para
evitar navegar en sus emociones.
Pero así como una burbuja sale a la
superficie, todo vuelve a la luz.
Hace una semana volvimos de uno de los viajes
más maravillosos de nuestras vidas, felices, satisfechos, llenos. Con ganas y
energías de comenzar nuestras actividades cotidianas, contentos de volver a
casa, a reencontrarnos con nuestras perras, nuestros amigos, nuestros afectos.
Y en un momento, un mensaje de Whatsaap, un
simple mensaje logra detener el tiempo, cambiar la polaridad de los
pensamientos, nublar la vista y entrar en el limbo de no querer creer.
“Ale te comunico que Marce falleció”, me
decía Paola, su mujer, anunciando la partida de mi amigo, de mi mejor amigo,
una definición que no me gusta utilizar, pero a la que caí en la cuenta cuando
tomé conciencia de su partida.
Conocí a Paola y a Marcelo hace casi 11 años,
cuando nos mudamos a General Rodriguez, ellos, vecinos vivían en una pequeña
casa a metros de la nuestra, tenían 2 hijos, uno de ellos recién nacido. Nos
fuimos conociendo, empezamos a compartir cosas hasta hacernos amigos, era
imposible no ser amigo de Marce, quienes lo conocieron saben de que hablo, nunca
tenia conflictos con nadie, nunca quería molestar a nadie, convivía
pacíficamente con todo el mundo y conocía a todo el mundo de su ciudad, del
lugar en el que nació, mutuamente abrimos las puertas de nuestras casa, nos
brindamos afecto, y forjamos una amistad tan grande como esas que solo se dan
con los amigos de toda la vida. Celebrábamos nuestros crecimientos y éramos
pilares para sostenernos ante las adversidades de la vida, y atravesamos muchas
juntos. Muchas.
Su presencia omnipresente nos hacía sentir
que Marce estaba siempre cerca, que podíamos contar con él siempre, y así era,
un tipo que valió por 1000, un trabajador incansable, un hombre con todas las
letras, porque con su partida entendí que la hombría no se mide por el tamaño
del miembro viril, o por el peso de los testículos, se mide por la cantidad de gente que
conforma tu cortejo fúnebre el día que llevan tu cuerpo hacia su descanso
eterno y lo que sembraste en cada uno de ellos.
Es raro escuchar el silencio en mi jardín al
estar apagadas sus maquinas con las que trabajaba para cumplir con el encargo
de sus clientes.
Es raro pensar que su presencia física ya no
está. Que el pasado es pasado y no volveremos a compartir momentos en su casa o
en la mía como los que vivimos.
Solo me quedan los recuerdos que atesoro como
gemas de la vida en mis registros akashicos, en la sangre que recorre mis venas
y en mis pensamientos.
Me queda la gratitud hacia el padre por
habernos unido en esa maravillosa forma que es la amistad. Marcelo fue un
hermano a quien toda la vida voy a recordar, por el que dedicaré oraciones
periódicas para que su alma descanse en paz, para que las mentes de los que
quedamos caminando la tierra podamos entender que la vida es así, que todo
forma parte de la vida, el placer de un viaje y el instante en el que te toca
despedir a un querido amigo, a un hermano de la vida.
Sé que este no será el único texto que le
dedique a su alma, quizás tampoco sea un texto, necesitaba escribir algo, unir
un montón de sentimientos y pensamientos que desde el martes 6 de marzo a las
20:41 ocupan mi mente y mi cuerpo.
Necesitaba empezar a sentir que estoy
liberando todas las emociones que sentí desde que me llegó ese fatídico
mensaje, desde que empecé a pensar si pudiera haber hecho algo.
La vida nos pone en el lugar que debemos
estar, nos permite jugar el rol que nos corresponde jugar en cada situación, en
cada relación.
Llevo en mi conciencia la tranquilidad de
haber obrado siempre desde lo mejor de mi, de haberme brindado como se mereció
su alma, su familia, prometerme seguir siendo fiel a esa amistad atendiendo las
necesidades de sus hijos y de su mujer todo lo que pueda.
Llevo en mi mente los mejores recuerdos de
los momentos compartidos.
Llevo en mi alma todo lo que crecí siendo
amigo de un tipo tan grande, de un hombre con todas las letras, como lo fue, mi
amigo Marcelo.
Que su alma descanse en paz.
Para Marcelo Alejandro Acosta, un hermano de
la vida.
Alejandro Flores
Jueves 8 de Marzo de 2018