martes, 13 de marzo de 2018

Para el alma de mi amigo Marcelo Alejandro Acosta



Uno puedo tapar un sonido fuerte con otro más fuerte.

Uno puede insonorizar un ambiente para que ningún sonido lo penetre.

Lo que no se puede silenciar, lo que no tapa ningún sonido es el de la ausencia, el sonido que deja la muerte cuando arrebata a un ser querido.

Hoy escucho ese sonido, ya intenté taparlo, intenté insonorizar mi mente, pero como una burbuja que sale a la superficie del mar partiendo de las entrañas de la tierra, el silencio de la ausencia aturde, y la mente se llena de pensamientos carentes de sentido. Pensamientos que buscan entender, lo que solo hay que aceptar.

Pensamientos que intentan cambiar el curso de la historia, como si eso fuera posible.

Hoy armé un altar especial, un altar dedicado a la elevación del alma de un ser muy querido, dedique este instante (que siempre es tan mío) a pedir la elevación de su alma, para que su espiritu pueda desprenderse de la materia que ocupó hasta el martes pasado.

Sé que el alma es vida, y lo que murió vive en mis recuerdos.

Sé que la muerte es solo un cambio de estado, sé que tengo que aceptar la partida física, lo sé, conozco el proceso y lo voy a transitar, lo vamos a transitar, ya que cada paso que yo de será uno que dará él para alcanzar el descanso que buscó, el descanso que merece.

El que tantas veces fue guardián de mi descanso merece que sea yo ahora quien custodie el suyo asistiendo a los que quedaron, y aceptando su partida.

No me queda otra opción más que aceptar el desafío, no lo hago solo por mi, lo hago por él sabiendo también que en cada experiencia uno crece, y que en este proceso dejaré parte de mi obra, de mi misión ya que lo que transito es común a todos y algún alma se sentirá reflejada en el brillo de mis ojos plasmado en letras.

Hoy cada vela que enciendo en mi altar es para velar por la elevación de su alma, elegí que fueran blancas, para que vuelva a la pureza.

El amigo es amigo en vida, pero mucho más en la ausencia que deja la partida física.

Todo se va a encaminar.

Cada uno de nosotros logrará seguir su vida, llevaremos en nuestra sangre, en nuestras miradas, en nuestros corazones los momentos compartidos y la gratitud de haber compartido juntos un tiempo en este paso por la tierra.



Para el alma de mi amigo Marcelo Alejandro Acosta, que en paz descanse y que pueda evolucionar.



Ale Flores
10 de Marzo de 2018
La Merecida
Silla Azul
Espacio Sagrado
Altar de Fuego








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