Uno puedo tapar un sonido fuerte
con otro más fuerte.
Uno puede insonorizar un
ambiente para que ningún sonido lo penetre.
Lo que no se puede silenciar, lo
que no tapa ningún sonido es el de la ausencia, el sonido que deja la muerte
cuando arrebata a un ser querido.
Hoy escucho ese sonido, ya
intenté taparlo, intenté insonorizar mi mente, pero como una burbuja que sale a
la superficie del mar partiendo de las entrañas de la tierra, el silencio de la
ausencia aturde, y la mente se llena de pensamientos carentes de sentido.
Pensamientos que buscan entender, lo que solo hay que aceptar.
Pensamientos que intentan
cambiar el curso de la historia, como si eso fuera posible.
Hoy armé un altar especial, un
altar dedicado a la elevación del alma de un ser muy querido, dedique este
instante (que siempre es tan mío) a pedir la elevación de su alma, para que su
espiritu pueda desprenderse de la materia que ocupó hasta el martes pasado.
Sé que el alma es vida, y lo que
murió vive en mis recuerdos.
Sé que la muerte es solo un
cambio de estado, sé que tengo que aceptar la partida física, lo sé, conozco el
proceso y lo voy a transitar, lo vamos a transitar, ya que cada paso que yo de
será uno que dará él para alcanzar el descanso que buscó, el descanso que
merece.
El que tantas veces fue guardián
de mi descanso merece que sea yo ahora quien custodie el suyo asistiendo a los
que quedaron, y aceptando su partida.
No me queda otra opción más que
aceptar el desafío, no lo hago solo por mi, lo hago por él sabiendo también que
en cada experiencia uno crece, y que en este proceso dejaré parte de mi obra,
de mi misión ya que lo que transito es común a todos y algún alma se sentirá
reflejada en el brillo de mis ojos plasmado en letras.
Hoy cada vela que enciendo en mi
altar es para velar por la elevación de su alma, elegí que fueran blancas, para
que vuelva a la pureza.
El amigo es amigo en vida, pero
mucho más en la ausencia que deja la partida física.
Todo se va a encaminar.
Cada uno de nosotros logrará
seguir su vida, llevaremos en nuestra sangre, en nuestras miradas, en nuestros
corazones los momentos compartidos y la gratitud de haber compartido juntos un
tiempo en este paso por la tierra.
Para el alma de mi amigo Marcelo
Alejandro Acosta, que en paz descanse y que pueda evolucionar.
Ale Flores
10 de Marzo de 2018
La Merecida
Silla Azul
Espacio Sagrado
Altar de Fuego
No hay comentarios:
Publicar un comentario