Cuando era chico me regalaron una bicicleta, tenía rueditas a los costados de la rueda trasera los que permitían que no me cayera, y la convertían en una suerte de triciclo como el que venía manejando hábilmente hasta el día anterior.
Feliz fui descubriendo el andar en esa nueva forma de movilidad, pero no quería que les sacaran las rueditas porque ellas representaban cierta seguridad.
Sin embargo llegó el día que se las sacaron, ellas ya no tocaban el piso y representaban una incomodidad en el momento de realizar ciertas maniobras.
En el 2020 la vida me sacó las rueditas que tenía en mi trabajo terrenal, no me avisó que lo haría, simplemente las sacó. Sentí vértigo, trastabillé varias veces y estuve al borde de caerme, sin embargo afloraron de mi ciertas habilidades que había ido adquiriendo, conocimientos, rutas, caminos y senderos que me fueron llevando a darme cuenta que podía seguir andando sin rueditas, aunque también la vida me mostró que llevo en mi mochila un par de rueditas para cuando siento que me hacen falta, son mi vieja, mi familia, mi amiga Cata, Rubén, mis hermanos, mis perras, mi viejo, Angelica, Pirucha, Silvina, mi tía Lidia, y muchas personas que desde dónde y cómo pudieron me extendieron sus manos, y lo siguen haciendo. También recordé que tengo a Dios, a Los Ángeles y los Arcángeles que jamás me soltaron la mano, y son los que me sacaron las rueditas en el momento apropiado ya que de otro modo no me hubiese animado a sacarlas yo y probar como es transitar el camino laboral en la tierra sin las rueditas que ofrece un empleo formal en relación de dependencia.
Ale Flores
20 de agosto de 2022
Bajo el sol
Encendiendo la parrilla