Me caí, y me levanté.
Me tropecé y me volví a parar.
Me empujaron. Me tendieron una trampa, caí y me levanté.
Y aunque aveces me he sentido perdido, jamás fui derrotado.
Hubo días que fueron noches, largas noches de invierno, incluso en calurosos veranos.
Hubo días que no veía la salida, pero siempre encontré una mano. Una palabra, una mirada, un gesto. Unos brazos en los que apoyarme, un pecho en el que descansar.
Ahora disfruto de las pequeñas alegrías, las que antes me resultaban intrascendentes, ahora me ocupo de cuestiones que antes ni me importaban, porque mi función era otra, y alguien se ocupaba de ellas. Ahora disfruto de los grandes logros que son la suma de pequeños pasos, agradezco lo que tengo, lo cuido, lo valoro, aún más que antes.
No me hirieron los disparos, ni me derivaron los golpes, caí cuando mi mente me hizo creer que me había caído, me levanté cuando mi espíritu me dijo “levántate y anda”.
Algunos ya ni me preguntan como estoy, o si necesito algo, me forjan todas las cosas que vivo, el amor de quienes no se han ido, la indiferencia de quienes me abandonaron.
Por algo suceden las cosas, por algo nos cruza el destino, yo soy un peregrino, yo, seguiré caminando.
Ale Flores
25 de febrero de 2022
La Merecida
Living
Escuchando Chambao
No hay comentarios:
Publicar un comentario