Hace justo 10 años, a esta hora compartíamos sin saberlo, nuestro último momento juntos.
Me toco acompañarte, abrazarte, asistirte, calmarte.
Hice lo que pude, todos hacemos lo que podemos en cada situación de la vida. En ese entonces cada vez que me despedía de vos sabía que podía ser la última, pero uno nunca está preparado. Si bien tu cansancio físico ya pedía descanso, si bien nosotros ya deseábamos que tu sufrimiento terminara, uno nunca está listo cuando llega el momento, cuando tomamos conciencia que esos ojos se cerraron para no abrirse nunca más.
Después vinieron las ausencias, los vacios imposibles de llenar, el hueco sigue estando, nadie puede ocupar el lugar que deja la ausencia, ninguna palabra puede ser tu voz. Uno se va acostumbrando, va aprendiendo a encontrarte en eso que otros llaman “casualidad”, para mi es magia, es certeza, es saber que te hiciste presente para que sepamos que estas con nosotros.
Yo te busco, te abrazo todos los días con mi alma, busco en mi silencio tu palabra, la que siempre llega, la que me marca el rumbo y me da tranquilidad.
Mira que loco todo, viejo, mira en qué año se cumple una fecha tan importante como esta, con lo que me hubiese gustado recorrer España con vos, con lo necesario que fue tu apoyo desde que se inició la cuarentena, ese respaldo que aleja los miedos, esas palabras que ponen limite a la ansiedad. En este tiempo de vacios largos y prolongadas ausencias, en los que pasamos mucho tiempo solos, en los que la virtualidad es la forma en la que podemos relacionarnos, yo cierro mis ojos, pongo tu foto en mi pecho, te rezo un Padre Nuestro y un Ave María, y me quedo en silencio, sintiendo tu presencia dentro mío una noche mas, como cada día desde el 15 de Octubre de 2010, como cada vez que atravesé una tormenta, como en cada logro que mirando al cielo supe que estabas conmigo celebrando mis crecimientos, y extendiéndome la mano, cuando me tuve que levantar.
Que en paz descanses eternamente, viejo, Nunca te olvido.
Vine a respirar. A mirar el fuego, a sentir el aire, a buscar aire.
Me siento ahogado, asfixiado y por momentos me debilito hasta el punto de sentir que me voy a dejar caer, que voy a abandonar la lucha. Por eso volví a mi lugar, donde recuerdo que no debo luchar, que lo que corresponde es fluir, ser.
El mundo terrenal tiene caminos llenos de barro, caminos que los que no estamos acostumbrados a transitarlos nos movemos con incomodidad.
Sostengo todo lo que puedo, tengo una fuerza inmensa, pero hay estructuras que es mejor no sostenerlas, dejarlas que se desplomen para construir desde los cimientos algo nuevo. Algo real.
Miro el verde de la naturaleza, los árboles que crecen sin hacer juicios, el césped que tras la lluvia vuelve a reverdecer.
Conny, una de mis perras busca mi mano, la acaricio a ella, aunque es ella quien me acaricia a mi con su cabeza.
Kila, su hermana esta cerca nuestro, no se relajan, están inquietas, como yo. Son mis egos representados afuera, un reflejo mío donde me puedo espejar.
Ahora ambas están recostadas sobre un colchón de hojas secas, miran quien sabe que, sus miradas tal vez buscan lo mismo que la mía, aunque por momentos desconozco hasta que quiero.
Me quedaré buscando el silencio que vine a buscar, sintiendo el aire, respirando oxigeno. Ojalá de este modo pueda aclarar mi mente. Despejar mis pensamientos. Apoyarme en mis sentimientos para decidir el camino que tomar.