Hoy pensaba mientras
caminaba que lo que vivimos en esta pandemia es similar a lo que nos ocurre con
nuestros seres queridos desencarnados, ellos están pero no los vemos, no los
podemos ver. Los podemos contactar con mayor o menor intensidad dependiendo de
nuestra capacidad de creer que lo que sentimos es real.
Anoche soñé con un amigo, un
hermano de la vida que decidió dejar su cuerpo en la tierra y partir buscando
paz, en el sueño lo veía bien, trabajando, como acostumbraba a verlo en la
tierra. Marce siempre tenía algo que hacer, alguien a quien ayudar, sabía hacer
muchas cosas, se daba maña para todo, pero había algo que no sabía muy bien cómo
hacer y en alguna ocasión me pidió ayuda cuando estaba limpiando una pileta. En
este sueño Marcelo estaba limpiando la pileta de unos vecinos, su imagen se me
fue revelando a medida que caminaba por el césped, lo vi verme llegar mientras
renegaba con la bomba, le indique las llaves que tenía que accionar y
mantuvimos una breve conversación, le dije que así como se manifestaba ante mí
era necesario que lo hicieran con sus hijos que sufren su ausencia sin
comprender los motivos que lo llevaron a tomar tan terrible decisión, me decía que él los visita, que está con ellos
siempre, y yo le manifestaba que ellos necesitan pruebas más contundentes, que
se manifieste en sus sueños, que les hable y les ayude a entender, a aceptar.
El sueño terminó, y me desperté
con la sensación de haber vivido lo vivido en otro plano, que ese encuentro no
fue producto de mi imaginación. Después, caminando, llego a mi mente esa idea,
que la pandemia nos está mostrando, (entre otras cosas), que los límites físicos
que nos está imponiendo son similares a los que nos impone eso que llamamos
muerte, y que solo depende de nosotros aceptar la separación o comprenderla
como una nueva forma de vincularnos con los seres que ya no tienen cuerpo y que
viven en la eternidad.
Ale
Flores
23
de Junio de 2020
Charla en House Radio US con Ricardo Vera: