Todas las personas con las que
nos cruzamos en la vida nos dejan algo, algo bueno o algo malo, pero todo nos
forma, nos constituye mental y moralmente. Entre esas personas hay guías que
nos marcan el camino, y maestros que nos conducen a nuestra propia maestría.
Hoy quiero hablarles de alguien
que marcó mi vida, alguien que se encargó de hacerme encontrar mi rumbo, de
darme sus herramientas para que pueda hacerlas mías. Alguien que creyó en mi
cuando ni siquiera yo creía. Quiero honrar a la persona que está en mis
palabras cuando escribo, y en mi trabajo cuando hago lo que me enseñó con amor
de madre, con constancia de maestra, y con la paciencia que solo tienen los
verdaderos amigos.
Quiero decirle con estas
palabras y este reconocimiento público gracias a Chiche Spinelli, una MAESTRA
con mayúsculas más grandes de las que jamás hayas leído. Y quiero que las
palabras lleguen a sus ojos, que vibren en su cuerpo sintiendo todo el bien que
supo grabar en el mío.
Quiero que todos sepan que lo
que soy en gran parte se debe a lo que ella fue y es conmigo, lo que siempre
será en mis recuerdos, la amiga, la mujer, la compañera de trabajo que despertó
mi maestría, y que me marcó el camino.
Ale Flores
18 de enero de 2020
La Merecida
Silla Blanca
Espacio Sagrado
Altar de Fuego
Con Kika y Conny
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