Pensaba en la desigualdad y me
llego la palabra “compensar”, me detuve en ella y la dividí mentalmente en “con
pensar”. Con pensar en el otro, con sentir la necesidad del otro como propia.
Podemos compensar con simples
actos parte de la desigualdad que vemos.
Podemos ofrecer un plato de
comida, ropa en buen estado, una sonrisa, un abrazo.
Tengo en mi mente la cara de un
niño que anoche se acerco a pedirme dinero para comer, estábamos con Julieta,
mi hija, volvíamos de compartir una hermosa cena en la que hablamos sobre la
desigualdad y lo que ella provoca, y el universo puso frente a nuestros ojos
una expresión de esa desigualdad, con frio, hambre. Tal vez lo que le dimos
para él fue un montón, pero yo me siento en deuda, siento que no le dimos todo
lo que necesita, que no le ofrecí igualdad.
Ojala pudiera invitarlo al cine,
a comer pochoclos y ver una película, a sentarse en una mesa elegante y
compartir una rica comida, a tener abrigo suficiente, un cálido hogar y una
cama confortable.
Ojala pudiera ofrecerle las
mismas oportunidades que cualquier joven de su edad merece, decirle que puede
alcanzar lo que desea, que el universo es su hogar, y que en su corazón lleva
la llave maestra, pero me quede con sus ojos, con su ropa poco abrigada y algo
sucia, con su boca sonriendo cuando le daba algo para comer en el momento que
sentía que estaba haciendo lo que debía sin comprender (en ese instante), que
lo que le daba era comida, pero no la igualdad que él necesita.
Ale Flores
19 de Octubre de 2019
La Merecida
Silla Azul
Espacio Sagrado
Altar de Fuego
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