viernes, 9 de agosto de 2019

Seamos consientes de nuestra misión




El alma está por encima de todo, el alma es desde donde el ser se conecta con a la divinidad, es la parte nuestra de Dios que nos hace uno, después esta el espíritu que es el cúmulo de energía que desciende a encarnar al cuerpo trayendo acumuladas las experiencias de todas las encarnaciones anteriores para experimentar un nuevo ciclo en la tierra. Ese conocimiento es nuestra sabiduría, la que se despierta a medida que la necesitamos, y se va incrementado cada vez que aceptamos.

En el cuerpo tenemos la mente que es la que ejecuta las órdenes del espíritu, si la mente muere el espíritu no tiene forma de mover el cuerpo. El espíritu se eleva cuando el cuerpo muere.

El alma no duele, duelen las interpretaciones de la mente humana cuando ella no son aceptadas como sabiduría.

La mente graba los caminos transitados para que al volver a recorrerlos afloren los recuerdos que nos permiten no tropezar con las mismas piedras, las que aparecen en el camino todas las veces que el espíritu crea necesarias hasta que comprendemos la lección.

Al aprender una técnica como Reiki se graban en la mente los pasos para su aplicación que no es posible si no se conecta a la mente con el espíritu, y el espíritu con el alma para que el cuerpo sea solo un canal donde descienda el fuego de Dios. Quienes canalizamos Reiki lo hacemos tomando desde nuestra alma energía de la creación y la ponemos en acción en beneficio de nosotros o de otros, esa energía llena la mente, el cuerpo y el espíritu, por eso es que decimos que dando es como se recibe, y sanando a otros, nos sanamos nosotros.

La evolución de cada ser esta en su alma y se refleja en el espíritu que es quien conduce los actos en la tierra.

Nuestro crecimiento espiritual contribuye a la evolución de nuestra alma, esto es lo que venimos a hacer encarnación tras encarnación, esto es lo que accedemos al transitar nuestra misión, y en el trayecto nos elevamos al unir al padre (alma), hijo (mente) y espíritu santo (el Cristo en nosotros), la chispa divina que habita en nuestro corazón, la triple llama de Dios que nos mantiene vivos.

Es necesario que seamos conscientes de ser parte de la divinidad.

Seamos conscientes de nuestra unión.


Seamos conscientes de nuestra misión.


Ale Flores
4 de Agosto de 2019
La Merecida
Silla Azul
Espacio Sagrado
Altar de Fuego





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