Si la felicidad radica en ver
felices a los otros tengo que hacer felices a los demás para encontrar mi
propia felicidad, todos nos reflejamos en el espejo de los otros, por eso
cuando vemos a alguien triste vemos nuestra propia tristeza, y cuando vemos a
alguien feliz contemplamos nuestra felicidad.
Podemos ver nuestras manos,
nuestros pies, nuestras piernas, pero no podemos ver nuestros ojos, sin un
espejo. No podemos ver nuestra espalda, ni nuestra cabeza.
Los ojos son el reflejo del
alma.
La espalda representa el pasado,
todo lo que dejamos atrás.
De nuestras cabezas salen
nuestros pensamientos, por eso necesitamos de otros para validar nuestras
creencias, para comprender que nuestro pasado no es tan duro como creemos y
para poder ver en los ojos de los otros el reflejo de nuestra propia alma.
Ale Flores
25 de Noviembre de 2018
La Merecida
Silla Azul
Espacio Sagrado
Altar de Fuego
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