Desde un trampolín
de pensamientos, salté al mar de mis emociones. Buceando por ellas recorrí mis
sentimientos, conecte con mis temores.
Pude
sentir el sufrimiento de las personas que amo, mientras desde mi amor les
mandaba Reiki. Contemple como tapamos con enfermedades dolores del espiritu que
la mente no puede aceptar.
Pasamos
gran parte de la vidas formando nuestras familias, construyéndoles un futuro,
que a veces se derrumba, y nos desmoronamos nosotros por no poder aceptar que
la vida a veces tiene distintos planes que los nuestros, que quien nace en cuna
de oro, tal vez deba experimentar sufrimientos para crecer.
No puedo
dejar de sentir el dolor de los que sufren, tampoco lo evito, prefiero
abrazarlos, adoro abrazar a quienes solo un abrazo les ofrece alivio.
Tengo
muchas palabras que quisiera decir, mares que calmaría con una mirada, a veces
lo difícil es llegar, establecer la conexión, desde la que la luz manda.
Tengo mi
cabeza ocupada con quienes requieren mi atención, personas que son muy
importantes en mi vida, en mi historia y lo que viven me afecta, nos afecta. No
hace falta mencionar quienes son, ellos lo saben, sienten mis pensamientos y
reciben mis emociones.
Voy a
hacer lo que siempre hago cuando siento que ya no puedo hacer más, encomendarlos
a la Virgen del Carmen, la que me enseño el camino y me guía a cada paso, a
quien cada tanto visito en la Iglesia de San Patricio en el Barrio de Belgrano,
el barrio que nos vio crecer, que nos vio tropezar, y que algún día cercano nos
verá levantarnos.
Ale Flores
6 de Diciembre de 2017
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