Miro una vela rojo encendida
delante mío en mi altar de fuego.
Contemplo su llama, veo el
movimiento y su expansión.
El calor la derrite y se funde
para unirse a los restos de las velas que antes iluminaron este espacio.
Necesito contemplar el fuego,
necesito entregarle muchas cosas, broncas, dolores, angustias, soledades,
impotencia. Quiero que todo aspecto negativo se consuma en su llama y se eleve
al universo trasmutado en luz.
Kika y Conny descansan cerca
mío, duermen plácidamente mientras escribo, los sahumerios nos limpian, la
música nos ofrece paz.
Desde esta paz entrego todo,
todo al fuego, todo para que se imponga la justicia, la verdad, la luz.
Necesitaba este tratamiento, por
eso lo hago, por eso lo escribo para que también otros lo puedan hacer.
Encendé tu vela, crea tu altar y
entregale al fuego todo lo que ya no quieras en tu vida, de tu sociedad, del
mundo.
Sacalo de tu mente y que se transmute
en el fuego, que se haga luz en el calor de la luz.
Estoy en paz por haberlo hecho,
en paz por haberlo escrito y poder transmitirlo.
Hacelo y vos también estarás en
paz.
Vos también contribuirás a poner
luz sobre las cuestiones que nos afectan a todos.
Lo que hace uno repercute en
todos, somos uno, somos hijos del fuego.
Somos hijos de la luz.
Ale Flores
26 de Noviembre de 2017
La Merecida
Silla Azul
Espacio Sagrado
Altar de Fuego
No hay comentarios:
Publicar un comentario