Una señora, a quien no conocí,
pero sé que ocupó las tierras que hoy conforman mi casa plantó en ellas una
especie de frambuesa que trajo de Chile ya que adoraba ese fruto. La planta
creció y se expandió.
Cuando yo compré la
propiedad y descubrí la planta estaba fascinado, pero al tiempo supe lo invasiva
que es, el peligro que presentan sus pinches y como se expande por todas
partes, incluso brotando en lugares muy lejanos al que eligió la antigua dueña
de este lugar.
Yo plante diferentes variedades
de menta con la idea que se expandiera por el césped ofreciendo su particular
aroma por las tardes, y por sectores lo estoy logrando.
Nuestra mente es nuestro jardín,
y lo que plantamos con nuestros pensamientos brota y se expande, por eso
debemos ser cuidadosos con lo que dejamos que eche raíces, ya que cada
pensamiento da forma a lo que somos, como nos ven, y como nos vemos.
Cuando no somos conscientes de
lo que pensamos cualquier idea puede crecer, sea la que da origen a un árbol
que da frutos o a un yuyo que destruye todo lo que durante años sembramos.
Cada día debemos retirar las
malezas que brotan, regar con pensamientos positivos, respiraciones conscientes
y no dejar que echen raíces las creencias que llegan para quitarnos el bien
estar.
Nosotros creamos nuestro medio
ambiente, todo nuestro mundo es una proyección de lo que pensamos y sabemos que
cambiando nuestros pensamientos cambiamos el mundo.
¿Cómo está tu jardín?
Ale Flores
30 de Septiembre de 2017
La Merecida
Silla Azul
Espacio Sagrado
Altar de Fuego
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