A veces buscamos transitar los
caminos que sabemos contienen las piedras con las que ya nos tropezamos, el
menos, una vez.
Nos cuesta tanto aceptar, tanto
cerrar ciclos que los dejamos abiertos y transitando su camino, tropezamos, una
y otra vez.
De cada tropiezo, de cada caída,
extraemos experiencias que nos nutren. De cada caída nos quedan cicatrices,
golpes que tardan en irse.
Somos tercos.
Hay una parte nuestra que no
quiere crecer, que quiere aferrarse al pasado, que quiere volver al miedo, ya
que el miedo es la forma en la que el ego domina a la mente.
Sobre nuestras cabezas, donde
está el Chakra 7, la luz de Dios entra en nosotros, justo ahí, iluminando
nuestras mentes.
Si esa luz solo se queda ahí,
ilumina los pensamientos haciendo que podamos pensar con claridad.
Si baja limpia los ojos para que
podamos ver, la nariz para que podamos olfatear, los oídos para que podamos
escuchar, la boca para que podamos comunicar.
Si la luz sigue bajando
atraviesa el cuello, limpiando la comunicación entre el cuerpo y la mente.
Ilumina el corazón, retirando
todo vestigio de oscuridad y permitiendo que aflore el amor. Limpia los
pulmones, devolviendo la sanación, la sana-acción.
Ilumina nuestro estomago, donde
habita nuestra mente emocional, la que nos da la certeza, la confianza y la
estima que necesitamos. Al recibir la luz, los intestinos (que son los
encargados de limpiar el cuerpo físico, nuestra materia), se iluminan y retiran
todo lo que ya no le corresponde, se limpian y liberan todo lo que deben
liberar.
Si la luz sigue bajando llega al
Chakra 1 que es donde radica la pasión que despierta nuestros actos, ya sean
los de nuestra misión o los del ego. A esa altura la luz de Dios, la energía
vital universal ya recorrió todos los Chakas y los mantiene iluminados, es la
luz del padre cielo llegando a la madre tierra por medio de nuestro cuerpo, si
concientemente establecemos esa unión, brillamos en la unión.
Desde esa unión todo es
perfecto, no hay piedras con las que tropezarse, solo luz, luz retirando
oscuridad, iluminando cada órgano de nuestro cuerpo. Cada célula de nuestro
cuerpo.
Sostengamos esta luz.
Habitemos en el ahora, en el
aquí y ahora.
Sentí la unión con Dios.
Sentí tu unión con Dios.
Ale Flores
28 de Enero de 2017
La Merecida
Silla Azul
Espacio Sagrado
Altar de Fuego
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