Mientras ramas secas de una poda
cercana se encienden cerca mío para cocinar mi alimento y calentar mi casa, yo
escribo, contemplo el fuego y escribo.
Siento el olor a la madera, un
sahumeado natural que retira las energías negativas para que lleguen nuevas.
Debo cuidarme del frio, aun me
queda un poco de tos que me obligo a quedarme adentro, pero me hizo bien
reencontrarme con mi almohada.
La madera ya empieza a formar
brazas, suenan algunas chispas, el fuego invita a contemplarlo, es un cálido
amigo con quien me gusta compartir mis sábados, noble, puro y purificador,
generoso, dador, que su calor ofrece, con su belleza estremece, con su
presencia abriga.
Ale Flores
23 de Julio de 2016
La Merecida
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