Un hombre acaba de dejar su huella en la tierra, desencarnó hace instantes, y su alma ya se eleva.
Se lleva lo que ha dejado, lo que ha traído, lo que ha retenido, lo que ha ocultado.
Se lleva amores sembrados, y odios, de quienes lo odiaron.
Se lleva lo que ha dejado, lo que le corresponde, al ser correspondido.
Hay quienes lloran su muerte, y quien se alegra por que ha partido.
Ya sabrá el espiritu recorrer el camino, volver a unirse con las almas, que alguna vez ha herido.
Yo le deseo un descanso en paz, como toda alma merece, el paso por la tierra, es donde el espíritu crece.
Su alma recibirá lo que lleva, aceptará sus carencias, sus luchas, sus guerras, y con sabiduría las llevara al padre, para que él las perdone, con su amor que es tan grande.
Tal vez Dios no lo haya juzgado, y el juicio solo sea nuestro, el que realizamos nosotros, con nuestros pensamientos. Quizás sean ellos su salvación o condena, los hilos dorados que nos unen, o cadenas que nos condenan.
Sabrá cada uno a su tiempo aceptar su partida.
Yo simplemente, le dedico un Ave Maria:
Dios te salve María
llena eres de gracia
el Señor es contigo;
bendita tú eres
entre todas las mujeres,
y bendito es el fruto
de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la ahora de nuestra muerte.
Amén
Ale Flores
30 de Abril de 2016
La Merecida
Silla Azul
Espacio Sagrado
Altar de Fuego
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