El fuego de las velas resiste al
viento, tal vez de la misma forma en la que nosotros nos resistimos a caer
presos de nuestros pensamientos, pensamientos que al dominarnos no nos permiten
brillar, como les sucede a las velas que se apagan, por no resistirse al
viento.
Pero un fuego amigo vuelve a
encender otro fuego, tal vez mi mano extendida le acerque una llama a la vela
que se apago en mi altar, como sucede con nosotros que recibimos la ayuda de un
hermano, la asistencia divina, o un compañero de camino puesto ahí por la
divinidad para ser el vehículo por el cual manifestarse.
Los pensamientos nos quieren
apresar, la mente dominada por los pensamientos es una cárcel, por eso expreso,
para liberar mis emociones, y no caer preso de ellas.
Respiro para oxigenar mi llama.
Llevo silencio a mi mente para
sembrar paz.
Cuido las velas de mi altar para
que estén encendidas, enciendo la lámpara de mi mente para que mis pensamientos
sean de luz.
Hay que sostener, es como todo,
un trabajo consiente con uno mismo, un ejercicio necesario cuando comprendemos
y corroboramos sus beneficios.
Mira el fuego.
Dejáte bañar por el humo de los
sahumerios.
Respira concientemente.
Medita.
Repetí mantras.
Visualiza en forma creativa.
Contempla un amanecer, un
atardecer.
Conecta con los santos, con la
divinidad que habita en nosotros.
Estas son cosas que encienden la
llama que somos, que nos liberan de los pensamientos negativos, y las cárceles
mentales.
Que nuestras llamas brillen para
que dominemos nuestros pensamientos, y que ellos no nos dominen a nosotros.
Somos seres espirituales
viviendo una experiencia terrenal.
Somos almas en proceso de
evolución.
Ale Flores
6 de Marzo de 2016
La Merecida
Silla Azul
Espacio Sagrado
Altar de Fuego
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