lunes, 2 de noviembre de 2015

Spagnolettazo


Los sonidos del cuenco dieron inicio al encuentro, al reencuentro de almas que siguen el mismo linaje, almas que componen un árbol genealógico en el bosque de la vida.

De a poco esas caras extrañas empezaron a hacerse familiares, hacía muchos años que no nos veíamos, en algunos casos toda la vida.

Estábamos todos, todos los que teníamos que estar, porque al linaje no se renuncia, no se puede renunciar, estaban hasta las ausencias de los que no estaban presentes, hasta las presencias de los que ya no están.

Había muchas caras, pero la misma mirada, en la profundidad de los ojos se veía la verdad, la verdad del cariño que nos daban los abuelos, los abuelos que nos hermanan en ese encuentro, un reencuentro de almas, almas que se vuelven a encontrar.


Ale Flores
1 de Noviembre de 2015





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