Feliz día del Amigo

Faltan horas, tal vez minutos para que empiece el “día del amigo”, quise evitarlo, pero no pude dejar de pensar en las palabras que un día me dijo mi abuelo, me pegunto cuantos amigos tenia, yo por aquel entonces rondaba los 10 años y mi respuesta, apresurada por cierto fue muchísimos, mi abuelo sonrió, no era muy común ver esa sonrisa en él, no era de reírse demasiado, tampoco de hablar mucho, pero cuando lo hacia siempre decía algo y sus enseñazas perduraban. Luego de la pausa suficientemente larga como para que esa expresión se grabara en mi me dijo “te van a sobrar los dedos de una mano el día que tengas que contar a tus verdaderos amigos”. Seguramente en mi cara se dibujo el rostro de la incomprensión, seguido de una profunda desilusión, lejos de alentar a su popular nieto estaba echando por tierra una suposición clara.

Mi abuelo falleció algunos años después y luego de varias enseñanzas imborrables mas. Entre esas quedo esta, esta que cada tanto se hace presente, que aparece, sobre todo en los momentos en los que siento la soledad.

Sufrí operaciones, desamores, rupturas, tuve momentos felices, muchos por cierto y gracias a Dios mas que los malos, pero cada tanto la vida me llevo a pararme frente a la misma vidriera para poder ver que aquellos por quien había arriesgado mucho, había dedicado tiempo, mente y cuerpo me daba vuelta la cara aun sabiendo de mis carencias, de mis necesidades.

Jamás guarde rencor, la vida también me mostró que detrás de algunos a los que jamás les hubiese permitido el privilegio de llamarlos “amigos” aparecieron justo cuando mas lo necesitaba y se brindaron por completo ante lo que sabían que era una necesidad. Fueron como maestros que aparecieron de la nada para mostrarme el rumbo, para darme la palabra, el aliento o la sangre que mi viejo necesitaba para una nueva transfusión.

Algunos respondieron espontáneamente al enterarse, otros atendieron mis llamados, pero los más cercanos, los que yo juraba y firmaba que eran amigos ni siquiera perdieron un segundo para llamarme por teléfono para preguntarme como estaba.

No los juzgo, o si, no lo se, dependerá de lo que juzgué cada una de las mentes que lea esta nota, lo cierto es que este proceso me llevo a saber que cada uno esta donde debe estar, que el universo es perfecto, que cada cual esta y obra de acuerdo a su nivel de conciencia, que quizás no sea por maldad, pero si por falta de amor.

Hace días que venia pensando en que quería escribir algo sobre el día del amigo, mi mente quizás estaba esperando un llamado que nunca llego, una respuesta de esas que jamás aparecen. Sin embardo, del otro lado del cable, de la red hubo personas, muchas de ellas de ciudades lejanas, con las que nunca tuvimos la oportunidad de mirarnos a los ojos, los cuales al leer mis líneas supieron de mis necesidades y se pusieron a mi disposición para lo que necesitara.

Hubo algunos que cuando fue su momento donaron su sangre, me ofrecieron su colaboración y me demostraron cuan grande es su alma ante la adversidad.

A ellos, a ustedes los que sin conocerme personalmente, ustedes que quizás hace algo menos de un año que me conocen o que forman parte de lo que hago es que hoy quiero dedicarles este día, no a los que me llamaran por teléfono, no a los que me invitaran a cenar, a ustedes, ya que me sorprendieron gratamente con sus mensajes, con sus palabras de afecto, con sus actos, con sus gestos.

A ustedes que solo conocen mi alma, que se permitieron y aceptaron recibir lo que sale de mi corazón cuando esta abierto.

A ustedes que me brindaron su afecto, su cariño su compañía sin esperar si quiera que les responda les digo gracias, y solo espero estar a la altura de las circunstancias cuando la ocasión lo amerite, como ustedes estuvieron ante mí, como me demostraron la direferencia entre un contacto y un amigo y entre un amigo y un contacto.

A todos ustedes, a los que saben que son, que no necesitan que los nombre les digo Feliz día del Amigo y gracias por estar.


Ale

20/07/10