Quietud, humo de sahumerios que se eleva. Una vela que arde en mi altar de fuego.
Un jueves más santo de lo que mi mente algo perturbada por los movimientos externos acepta, pero santo al fin.
Vine a respirar, a conectarme con mi espacio y reconectarme con mi interior.
Ansiedad, eso es lo que me persigue por estos días, y me alcanza, me atrapa, me domina. Me cuesta bajarme de ese torbellino que provoca, es como una adición más que debo superar en mi camino por la vida.
Cuando logro frenar la mente veo que todo esta bien, tenemos salud, hogar, comida, pero la ansiedad hace que todo parezca poco, falta algo, siempre falta algo.
Miro hacia adelante y en lugar de ver el césped verde, las hojas del duraznero amarillas que van cayendo, el cielo, los eucaliptos, mi mirada se pierde en la incertidumbre de un año que empieza a transcurrir su cuarto mes, en el que la segunda ola parece haber llegado y se habla de nuevas medidas.
Entre tanto me llega un mensaje por WhatsApp, una imagen que describe todo, mis tíos sonriendo con sus credenciales de vacunación en las manos, ambos recibieron la primera dosis de la Sputnik V, sus rostros denotan felicidad, sus ojos cuentan alegría, me llegan sus vibraciones y estallan en mi.
Repiro, levanto la mirada para ver. Conny me mira desde abajo del duraznero, llega Kika, olfatea, y se van, las pierdo de vista entre las ramas del alcanfor que llegan al suelo, la calesita espera a los sobrinos, los canteros piden a gritos un jardinero, pero todo esta bien, este es mi paraíso y en él todo esta bien, a eso he venido, a reencontrarme con mi paraíso interior reflejado en lo exterior, a mi también me falta atención, limpiar las malezas de mi mente, podar lo que ya no me corresponde y prolijar mis ideas, lo necesario está, lo importante abunda, Dios está esperando el momento exacto para darme todo lo que sé que merezco, lo único que debo hacer es no dejarme alcanzar por la ansiedad, y si me alcanza no permitir que me atrape, que me domine y que consuma mis energías.
Kika y Conny llegaron hasta mi espacio, el viento apagó la vela, la voy a encender para mantener encendido el fuego en mí. Las perras se recuestan sobre el colchón de hojas secas que conforma este sustrato, una nube tapa parcialmente el sol, recuesto mi espalda sobre la silla que sostienen mi cuerpo, distiendo mis músculos, relajo mis hombros, estoy entrando a la paz mientras una suave brisa fresca me acaricia la cara, vuelvo a la paz que he venido a buscar, esta vez la ansiedad perdió la carrera.
Ale Flores
1 de abril de 2021
La Merecida
Espacio Sagrado
Altar de Fuego
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