Como una vida que nace, cada vez que enciendo una vela un nuevo ciclo se inicia. Su cera tardará en disolverse el tiempo que le corresponda, dependerá del clima, de la cantidad de veces que la encienda y de la calidad con la que fue fabricada.
Algunas duran solo unas horas, otras permanecen semanas soportando incluso fuertes vientos.
En ellas puedo identificar mi paso por la vida, las diferentes instancias que voy atravesando. Los momentos de quietud y las convulsiones.
A medida que desaparecen pasan a formar parte del altar, modificando su forma, tiñendo su color.
También se puede apreciar el paso del tiempo en las mas bajas, ya que sus tonos grises indican que sus fuegos se han extinguido hace años. Conformando así las raíces que lo sostienen.
En mi altar logro encontrar la calma que mi mente necesita aunque yo crea estar en calma. Este sitio siempre me permite salir mejor de lo que llego. En este espacio descanso mi mente y dejo aflorar mi alma.
Ale Flores
5 de Abril de 2020
La Merecida
Espacio Sagrado
Altar de fuego
Con Kika y Conny
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