Días atrás, en el marco del
festejo del cumpleaños de mi hija, tuve la posibilidad de mantener una
conversación con los hijos de mi amigo Marcelo, Delfi, su niña, que está a
punto de cumplir 15 años, y Thiago que tiene 11. Desde el fallecimiento de su
padre no había tenido la posibilidad de concretar esa charla que tanto me debía
y les debía, aunque no sé si ellos la esperaban siento que les sirvió, que les
hizo bien y para mi fue un momento único que nunca olvidaré.
Ellos transitan su duelo como
cada uno de nosotros transitamos las pérdidas de nuestros padres cuando nos
llega el momento, lo hacen como pueden desde su escasa edad, pero con una
fortaleza admirable. Delfi me habló de sus angustias, sus inseguridades, de la
falta que le hace su papá y los tres coincidimos en que él no está en el
cementerio, su presencia habita en sus cuerpos, en el aire que respiramos, el
agua que bebemos y el sol que nos ilumina. Delfi me contó que tiene la certeza
de saber que escucha la voz de su padre cuando este se comunica con ella, y que
utiliza personas de su entorno para que escuche o viva experiencias que debe
atravesar.
No es que quiera utilizar este
tiempo para hablarles de ellos, simplemente cuento esto como introducción a lo
que viene. Se acerca la noche buena, el momento en el que todos recordamos a
los seres queridos que ya no están. La buena nueva es que ellos están con
nosotros y así como Jesús resucitó y vive en nuestro corazón, ellos que también
son hijos de Dios hechos a su imagen y semejanza, habitan en nuestro corazón y
pueden comunicarse con nosotros del mismo modo que lo hace Jesús, al que
contactamos rezándole una oración.
Podemos contactar a nuestros
seres queridos desencarnados rezándoles la oración que más nos guste o
simplemente desde el silencio abrazando la esencia con la que habitaron su
cuerpo, en la que ahora están siempre donde quiera que estemos, acompañando
cada uno de nuestros pasos, asistiéndonos y custodiándonos, dándonos las
palabras de aliento que necesitamos, las cuales aunque no las escuchemos llegan
a nosotros y nos dan ese empuje que no sabemos de dónde sale cuando más lo
necesitamos.
Ellos, cada uno de ellos siente
lo mismo que sentimos nosotros ante la ausencia física, ellos buscan seres que
nos hagan comprender que la vida sigue, que el amor es eterno, y que su
presencia estará en nuestras mesas levantando una copa, mirándonos a los ojos y
diciéndonos….
“Feliz
Navidad”
Gracias por estar, que la paz
habite en sus corazones ya que de ese modo nuestros seres queridos descansaran
en paz.
Ale Flores
23 de Diciembre de 2019
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