En el silencio, en la calma de
la mente, busco volver a mi eje, conectar con la energía que late en mi
corazón, para dejar derramar la llama azul por mi brazo izquierdo hasta
anclarla debajo de mis pies mientras aguardo la llegada de la llama rosa, que
sale desde mi corazón por la parte derecha de mi cuerpo, desciende por mi brazo
y al encontrarse con la llama azul se forma la llama violeta trasmutadora que
me envuelve entrelazándose a mi cuerpo. Dejo caer todo negatividad. Dejo que mi
cuerpo se limpie, que la llama violeta trasmute todas las energías mal
calificadas en pura luz, siento su poder trabajando en cada uno de mis cuerpos
y la percibo expandiéndose en todas las direcciones en torno a mi.
Dejo que mi cabeza establezca un
canal al universo por el que la llama constituye un vórtice de luz que sostengo
con mi intención para que me acompañe este día.
Cada día practico esta práctica,
lo hago antes de iniciar mis actividades y de noche doy gracias por todo lo
vivido, sea lo que sea que haya vivido, doy gracias a Dios por la oportunidad
de vivir en la tierra, de experimentar nuevamente emociones terrenales que me
ayudan a crecer en mi evolución como ser.
Soy un ser en humano.
Un ser humano que sabe que su
origen es la luz, y que la luz es también su meta.
Ale Flores
31 de Agosto de 2019
La Merecida
Living
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