Tal vez un día, tras el velo de
la muerte, Dios nos pregunte: ¿Qué hiciste con todo el amor que te dí?.
El amor de Dios es fuerza, es
arte, es fe, es creación, es sanación, es transmutación.
Si usamos responsablemente el
amor que Dios nos da, nuestro poder es ilimitado y dejamos grabado nuestro paso
por la tierra, con lo cual, cuando llegue el momento de rendir cuentas ante el
tribunal karmico, Dios en vez de preguntarnos que hicimos con su amor, se
pondrá de pie, nos dará un abrazo, nos acunara en su cuerpo y nos dirá: “Bien
hecho, bienvenido nuevamente a casa”.
Ale Flores
4 de Agosto de 2019
La Merecida
Silla Azul
Espacio Sagrado
Altar de Fuego
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