Hay una bruma que envuelve las
noches del lugar donde vivo, una sombra espesa que se filtra entre las luces
que aparecen tras las ramas de los árboles.
Se ve en las calles, en las
esquinas. Parece como si estuviera por anunciar algo, como si le diera
movimiento a lo estático.
Cuando la vi por primera vez,
allá por el año 2007 cuando vine a ver como era este lugar de noche me dio algo
de miedo, veía escenas que no acostumbraba ver en la vida real, solo en el
cine. Sin embargo dentro de mi casa jamás sentí temor, siempre me sentí
protegido, custodiado.
Hoy la bruma nuevamente está
aquí, comparto este espacio con ella, me observa escribir, mi imagen se ve a lo
lejos tamizada por su presencia.
Ya no le temo, ya sé que tras su
velo no hay nada que pueda hacerme daño, se que todo esto que es obra de Dios,
y su presencia me regala imágenes de cine en mis noches de invierno.
Nunca le había escrito un texto
a la bruma, jamás hubiera pensado hacerlo, pero salí a buscar mi hamaca y la
vi, nuevamente en mi jardín, como cada noche de invierno.
Ale Flores
26 de Mayo de 2019
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