Hace un mes y medio Rocky llego
a nuestras vidas, ya forma parte del barrio, ya siente propio su espacio,
recorre las calles relajado.
Juega con los que juegan con él,
descansa a la sombra, duerme en su cucha.
Observa atento cuando me ve
entrar o salir, ya no me ladra, pero cuando me acerco quiere que me quede a su
lado, su mirada es inolvidable y perdura en mi por mucho tiempo.
Se nota que necesitaba esto, es
evidente que merecía esto.
Los vecinos lo quieren, lo
respetan, los porteros también, incluso hay quienes libran una sana competencia
por ver a quien quiere más. Hasta que aparezco yo, y se dan cuenta que con
Rocky nos amamos.
Es un gordo hermoso, juguetón,
inteligente, bueno y guardián.
Queríamos un perro para la portería
del barrio y llego el mejor, bueno con los buenos, perro con los perros.
Hoy celebro que nuestras vidas
se estén ensamblando naturalmente, sin forzar nada ni a nadie, sin obligar
nada, haciendo todo desde el afecto, desde el amor, desde la comprensión y la compañía
que solo un perro puede brindar.
Rocky da lo que vino a dar,
recibe lo que merece, ya no es el mismo barrio, ahora esta Rocky, nuestro perro
guardián.
Ale Flores
10 de Febrero de 2018
La Merecida
Silla Azul
Espacio Sagrado
Altar de Fuego
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