miércoles, 9 de mayo de 2018

Saco en cada palabra el dolor de su ausencia



Escribo viendo el jardín de mi casa, la vista desde la cocina y la galería desde donde puedo ver el Ángel Ariel que todo el tiempo ofrece agua sanadora energizada por hermosos peces de colores.

La cama elástica que tanto aman mi hija y sobrinos, la pileta refugio emocional de todos los que acepta recibir, y el cerco vivo que separa mi casa con la de Marcelo, mi amigo que ya no la habita físicamente. Mi amigo que partió de este plano hace hoy exactamente dos meses.

Su partida dejó un dolor inmenso, un vacío imposible de llenar. Un cúmulo de recuerdos imborrables, una angustia tan grande que solo la puede entender quien vivió la tragedia de una partida inesperada.

No escribo para recordarlo, (ya que eso supondría un olvido), escribo para expresar el sufrimiento que aún conservo en mi por su ausencia, para sacar las penas de su perdida física.

Escribo para transmutar el dolor, para convertir la muerte en vida, la vida que habita en las letras que eternamente renacen en cada mente que les pone sonido al leerlas.

Escribo para no secarme por dentro, para que las emociones no me desborden, saco en letras las lagrimas que mi cuerpo no suelta.

Saco en cada palabra el dolor de su ausencia.



Ale Flores
6 de Mayo de 2018
La Merecida
Galería

Para Marcelo Alejandro Acosta, que en paz descanse.





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