Muchas veces, estando en mi
espacio de meditación, el ruido de las maquinas de mi amigo Marcelo rompían el
silencio atravesando mi mente distendida tras haber meditado.
El sonido agudo de los equipos
con los que cortaba hierros era como un torno en mi mente, sin embargo no me
molestaban, ya que sabía que él estaba trabajando y eso le hacía bien, además
de proveerle el suministro económico que necesitaba, trabajar le daba paz a su
espíritu.
Hoy sus herramientas están
apagadas, Marcelo apagó su cuerpo el pasado 6 de marzo y el silencio es tan
fuerte, tan agudo que invade mis pensamientos.
Alguna vez sus ruidos
interrumpieron mi siesta, pensé hacérselo saber, pero una voz interior me dijo “algún
día los vas a extrañar”.
Hoy daría lo que fuera por saber
que mi amigo esta en paz, trabajando para alimentar a su familia, sin embargo
lo que puedo hacer es rezar para que su espíritu se eleve y logre el descanso
en paz que se merece.
Ale Flores
29 de Marzo de 2018
La Merecida
Silla Azul
Espacio Sagrado
Altar de Fuego
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