A veces uno se mete en el barro
para ayudar a alguien que no puede salir, le tiende una mano, tira con fuerzas
tomando la mano de esa persona que lucha por no hundirse, hasta que la
contemplación permite ver que ese barro es lo que algunos llaman “zona de confort”,
y que en realidad el otro no está luchando por salir, sino esta nadando en sus
turbias emociones donde nos quiere llevar.
Es ahí, en ese momento en el que
el terapeuta, el reikista debe decidir qué hacer: Ser parte de ese lodo, o
limpiarse y seguir.
Ale Flores
21 de Enero de 2018
La Merecida
Silla Azul
Espacio Sagrado
Altar de Fuego
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