“Al menos
ya se de que me voy a morir”, fue una
de las primeras cosas que me dijo Laura, cuando la contacte por facebook después
de leer un posteo donde hablaba de la última oportunidad que según los médicos tenia
para salvarse de la muerte, el único tratamiento que quedaba por probar para
ver si su cuerpo reaccionaba y los tumores empezaban a reducirse, así, de a
poco, entre risas y sentencias tan firmes y fuertes como la que inicia este
relato nos fuimos conociendo. Yo trataba de darle esperanzas, le decía que la invitaría
a salir y que nos reiríamos de todas las cosas que había atravesado, me quedaba
sin palabras ante su relato acerca de los dolores que no cesaban, que por
momentos eran insoportables, que los calmantes no le hacían efecto. Así y todo
siempre había algo de humor en nuestras charlas. Yo trataba de levantarle el ánimo,
porque sentía que era lo único que podía hacer, que su destino ya estaba
sellado.
No
llegamos a vernos personalmente, ambos vivíamos en Buenos Aires, a varios kilómetros
de distancia, aún conservo nuestras última conversaciones, en una de ellas al
finalizar le dije, “deseo de todo corazón que estés bien”, y es el mismo deseo que
tengo hoy para su alma.
Un tiempo después
vi una foto anunciando su partida. Junto con su ausencia sentí que su cuerpo ya
no sufría, la podía ver en paz, comenzando a sobrevolar la tierra en su elevación
espiritual. A partir de ahí le rezo, le dedico oraciones a su alma y quiero
recordarla, recordarla como alguien que alguna vez me hizo reír en medio de los
profundos dolores que sufría, alguien que sabía que partiría, pero acompaño mi
dolor ante la inminente partida de mi perra Felicia como si fuese más fuerte
que el que ella misma sufría.
Alguien
que se ganó mi respeto, y es por eso que quiero que su paso por la tierra
trascienda, que sea recordada por quien encuentre en estas palabras que en este
momento pasan a ser eternas en la eternidad de la web, palabras tan libres como
su espiritu, para que quien sienta que sufre algún dolor reciba la fortaleza de
Laura, un ser maravilloso que apareció durante un instante por mi vida, y cuyo
brillo permanecerá siempre en las vibraciones de mi voz.
A Laura Grange.
Que Dios
la tenga en la gloria y que su alma descanse en paz.
Ale Flores
15 de Enero
de 2018
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