lunes, 9 de octubre de 2017

Un maestro de la luz

  
Cuando se acerca otro aniversario del fallecimiento de mi viejo, (en este caso el séptimo), empiezan a aparecer en mi mente imágenes de su vida, y particularmente de los últimos días, tal vez esas vibraciones rebotan en el universo y me envían estímulos que lo acercan, o quizás sea él mismo, que desde sus vibraciones las que forman parte del aire se materializa y aparece, siempre, como por arte de magia.

Anoche uno de mis hermanos nos envió un audio por WhatsApp en el que mi viejo cuenta en primera persona una de las tantas anécdotas que embellecieron su vida, y engrandecieron su figura. Minutos después, por otra red social Diego, alguien que mi viejo adopto como a un hijo, se comunico espontáneamente conmigo para contarme que su perro TOM está atravesando una vejez similar a la de mi Felicia. Lo sorprendente es que Diego no sabía que el perro de mi viejo también se llamó TOM, y fue tal el amor que ese animal grabó en la memoria de mi padre que hasta le dedicó una canción, “Tom, mi perro amigo”.

Cada mañana le dedico oraciones al alma de mi viejo para que descanse en paz, sé que su presencia me acompaña a cada paso, pero estas manifestaciones que cada tanto aparecen y nos movilizan son hermosas, son regalos de la vida para que siempre recordemos que están, que no se fueron ni se irán. Solo cambiaron de estado y si podemos aceptar con paz su elevación, nos guiarán en nuestro paso por la tierra.

Mi viejo me guía.

Mi viejo me cuida.

Mi viejo siempre está presente y su presencia vivirá siempre en mi.

Hoy su energía toma cuerpo en estas palabras que le dedico, y quien quiera conocerlo podrá hacerlo al vibrar en las vibraciones de las palabras que escribo.

Uno mi energía a la de mi viejo para dejar acá un poco de la luz, la luz con la que iluminó.

Mi viejo fue un maestro, un maestro de la luz.


Ale Flores
7 de Octubre de 2017
La Merecida
Silla Azul
Espacio Sagrado
Altar de Fuego



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