Cuando nos acercamos al mar
vamos sintiendo en el aire su presencia, así, de ese modo, me empiezan a llegar
las frases cuando me dis-pongo a escribir. Cuando me brindo este espacio en mi
espacio, en mi tiempo, en mi vida.
Me voy llenando de estímulos que
en algún momento tienen que salir. Son vibraciones, energías y aquí las libero,
como quien le quita la correa a un perro para que juegue y corra libre. Quienes
experimentamos esa situación sabemos de sus caras felices, tal vez como la mía
cuando abro mis alas al viento y simple-mente, escribo.
Estoy llegado al texto 2000, y
tal vez se me estén terminando las palabras, no sé si me queda mucho por decir,
pero creo que he dicho algo en los años que llevo dejando plasmadas mis emociones
en textos.
Hoy transito un momento muy
particular, ya que mi primera hija perra lentamente se va apagando, minutos
antes de empezar a escribir la fui a levantar y ya la veo nuevamente recostada
sobre el pasto que una vez le prometí cuando vivíamos en un pequeño
departamento.
La veo sobre el verde césped que
algún día no muy lejano cobijara su cuerpo, cuando su espíritu lo haya dejado
para ser libre por como el aire que ambos respiramos.
Ya pienso en ese momento que
seguramente será muy duro de transitar cuando lo tengamos que recorrer, pero
vemos que a pesar de las pequeñas mejoras que manifiesta, el paso del tiempo
nos indica que le queda poco, y por momentos, cuando la vemos perdida,
caminando sin rumbo y tropezando constantemente, entendemos que a lo mejor ya
es hora de dejarla partir. No queremos acelerar los pasos de la vida, Felicia
no manifiesta sufrimientos y por eso hacemos todo lo que podemos por darle
calidad de vida, pero interiormente nos estamos preparando para su pérdida
física, y sabemos que tendrá un sitio especial en nuestra casa y en nuestros
corazones para honrar su vida, su tiempo junto al nuestro.
Ale Flores
16 de Septiembre de 2017
La Merecida
Silla Azul
Espacio Sagrado
Altar de Fuego
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