Hay momentos que pueden parecer
comunes, intrascendentes, pero la trascendencia se la ponemos nosotros de
acuerdo como los vivimos, de acuerdo a como los aceptamos.
Ayer la lleve a mi hija a
comprar zapatos, nos fuimos solos ni bien nos despertamos, conduje 50
kilómetros hasta el local, y cuando llegamos no le gusto ninguno, no quiso
nada, así que volvimos. Podría haber sido una pérdida de tiempo, pero fue un
paseo genial, escuchamos música, charlamos, compramos otras cosas y hasta nos
emocionamos hablando de Malvinas, tema que está estudiando en el colegio.
Recordé una charla que tuve con
mi viejo en 1982, cuando tenía 9 años y se desarrollaba la guerra. Recordé la
profunda tristeza de mi viejo cuando me dijo que la derrota era inminente, fue
en un viaje en auto, y ayer casualmente parte de nuestro recorrido fue por las
mismas calles donde esa charla se desarrolló, doblamos en la misma esquina en
la cual, a mis 9 años leí “ESTAMOS GANADO” en la portada de un medio grafico de
comunicación, y comencé la charla mencionándosela a mi viejo con la inocente
alegría de un niño, lo que desató una conversación similar a la que tuve ayer
con Julieta.
Recorrí avenidas que tantas
veces transite con mi viejo, recordé los viajes por la General Paz para ir a
Banfield a ver a mi abuela, viajes que no volverán, porque mi viejo y mi abuela
ya no están, y no me atrevo a enfrentarme con la soledad de su casa.
Hoy recuerdo el viaje de ayer
trazando un nuevo viaje, el de disfrutar otro día junto a mi familia.
Otro día que podrá ser uno más,
o podrá ser para toda la vida.
Ale Flores
9 de Abril de 2017
La Merecida
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