¿Viste cuando no sabes por dónde
empezar?
Tengo tantas emociones en mi
espíritu, tantos pensamientos en mi mente que no los puedo ordenar como para
plasmarlos en un texto, en este texto que es el primero que escribo desde el 14
de febrero pasado, fecha en la que partimos junto a mi familia rumbo a Madrid.
Pienso en Madrid y me emociono.
Caminar esas calles fue como volver a un lugar propio donde nunca había estado
y sentirme acompañado por espíritus familiares, como el de mi viejo que adoraba
su plaza mayor. Encontrarme con Micky, mi hermano del alma, pasar junto a él y
nuestras familias mi cumpleaños Nº 44 en su floreciente emprendimiento
gastronómico. Volver caminando de noche atravesando la ciudad con la certeza de
estar emprendiendo un gran viaje llena mis ojos de lagrimas con solo escribirlo.
Lleve en mi bolso una libreta
donde plasmar emociones, pero no escribí en ella ni una sola palabra, las
guardé en mi alma y en mi corazón, cada vivencia, cada sonido, cada aroma, cada
sensación ya son parte de mi ser.
Hace 24 horas que volvimos a
Buenos Aires luego de recorrer 10 ciudades de Europa, después de haber estado
frente a la tumba de San Pedro, al Papa Francisco, De haber visto la capilla
Sixtina, y otras obras maravillosas de Miguel Ángel como El David, Moisés, o La
piedad…
Luego de dejarme seguir por todo
el salón por la atenta mirada de La Gioconda en el Museo del Louvre, y
descubrir en esos ojos la genialidad que nos dejo Leonardo Da Vinci, quien
parece mirarnos desde atrás del cuadro.
La torre de Pisa, las calles de
Venecia, y emocionarme frente al altar que guarda los restos de San Marcos
recordando a mi vieja.
Esconder mis lagrimas ante las
Meninas de Velázquez y las obras del museo del Prado que despertaron la
maestría de mi viejo en el arte de iluminar.
Arrojar una moneda tras pedir un
deseo en la fontana di Trevi, o deslumbrarme ante la torre Eiffel.
Son tantas emociones que es
difícil ordenarlas, y hasta disfruto del desorden que me llevaría toda la vida
ordenar, si es que eso tuviera algún sentido.
Sé que lo vivido ya forma parte
de nuestras vidas, que no somos los mismos que partimos de Bs. As. el día de
los enamorados, que ya nada será igual, que en nuestro ADN grabamos todas esas
emociones para nosotros y para nuestras descendencias, y permítanme (aunque
crean que peco de pedante), decir que me siento sumamente orgulloso tras poder
haberle brindado a mi familia este viaje que acaba de culminar, lo merecemos,
como merezco también permitirme esta emoción que nubla mi mirada haciendo
brotar lagrimas de las que solo mi viejo es testigo, como lo fue en cada
momento en el que no las pude contener y ellas quedaron reservadas para él y
para Dios.
A veces volver es tan grato como
partir….
…Hemos vuelto tras un viaje
soñado.
Ale Flores
12 de Marzo de 2017
La Merecida
Galería
No hay comentarios:
Publicar un comentario