De repente Conny me miró y supe
que buscaba mi mano. Acaricié su cabeza y se detuvo el tiempo. Recibió lo que
vino a buscar, me agradeció con su mirada, y se volvió a acostar sobre el
colchón de hojas secas que conforman el piso de este lugar.
Fue un instante, solo un
segundo, pero fue eterno, vi en sus ojos el reflejo de su alma, y supe que el
amor que nos damos es para todas las vidas, para toda la eternidad, ella se
alimenta de amor, a ella el amor la nutre.
Absorbe cada caricia, recibe
cada mirada, se deja besar, y besa apasionadamente.
Es un ángel en forma de perro,
un ángel al que reconocí desde que nació, al que cuido y cuidé.
Un ángel al que siempre voy a
amar.
Ale Flores
8 de Diciembre de 2016
La Merecida
Silla Azul
Espacio Sagrado
Altar de Fuego
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