Tuve la suerte de dejarme
influenciar por el arte de Don Horacio Salgán, el patrón de la vereda, el capo
del tango que supo, sin salirse del género, trascender mucho más allá. Supo
sumar otros géneros al género tango, sin que el tango pierda su identidad.
Supo construir en sus partituras
un puente hacia Dios, el que cruce escuchando su piano, su orquesta,
descubriendo su Don.
Ayer dejó su cuerpo, que hoy
será sembrado, se eleva su espíritu, volvió con Dios, para quien el maestro de
maestros compuso música, música que quedará por siempre guardando su vibración.
Me he permitido dejar entrar en
mi alma su alma, y haciéndole llegar mis textos, tal vez, llegué a su corazón.
El maestro nos dejo un vacío inmenso, que solo podrá llenar su música, cada vez que alguien la use como un
puente para llegar a Dios.
Sé que muchas mentes no
comprenderán lo que siento, tal vez crean que es fanatismo, o simple
admiración, yo escuche a los ángeles en el piano del maestro, supe que sería
padre viajando sobre una canción.
Descubrí que la simpleza puede
ser lo más complejo, supe que el arte solo le pertenece a Dios.
Entre
otras formas, Dios llega a nosotros a través de los artistas, y el maestro fue
un genio que nos envió el señor
Un genio que en lugar de frotar
una lámpara, acariciaba un piano, un maestro que ahora descansa en Dios.
A la memoria de Don Horacio
Adolfo Salgán, que en paz descanse.
Alejandro Flores
20 de Agosto de 2016
La Merecida
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