Querida hija:
Sea cual sea la causa de mi
muerte, no lo culpes a Dios por eso.
Al contrario, dale gracias por
los momentos que vivimos, dale gracias por los momentos que compartimos. Dale
gracias por los viajes, por las vacaciones, por las cosas materiales que
disfrutamos juntos, por todo lo que me dejo darte, por todo lo que me dejo
dejarte.
No te enojes con EL, no es su
culpa ni la mía. En realidad no hay culpas, no hay que buscar culpables ni hay
que buscarles causas a las culpas, la vida es como es, la vida es como
aceptamos, como la observamos.
Pensa que viví lo que tenía que
vivir, que transite el camino que tenía que transitar. Que di los pasos que
tenía que dar, que deje lo que tenía que dejar, y que es eso justamente lo que
me llevo, lo que deje, lo que deje sembrado en vos, lo que deje sembrado en
mamá, y lo que deje sembrando en cada una de las personas con las que
interactué con este cuerpo, con este nombre y con esta personalidad.
Querida hija, sé que no hace
falta que te lo diga, se que sabes todo lo que te ame, pero quiero que sepas
que no va a haber un segundo en tu vida, no va a haber un instante en tu alma,
vida tras vida, eternidad tras eternidad que mi amor se aleje de vos, mi amor
siempre va a estar unido a vos, siempre, en todo momento, en toda circunstancia
cuando pienses en mi vas a sentir mi presencia, y aunque no pienses en mi, yo
estaré a tu lado.
Te amo.
Papá
Aquí pueden escuchar el audio original de este texto, es la primera vez que en vez de escribir un texto lo grabo. Salio así, como se escucha, como se siente, como es, como quedara por siempre.
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