Viejo: Alcanzaste la gloria

Sentí la calma que antecede al huracán.

Sentí su llegada y me sostuve en la calma.

Respire, respire mucho para lograrlo y por momentos parecía poco.

La vorágine lleva a la acción, a veces, incluso a reaccionar, sin llegar a medir de antemano las consecuencias de esa reacción, pero en la ley, seguro de obrar en la ley.

Sentí la angustia.

Me costo el desapego.

Pero lo legre, pedi su paz, la merecía.

Se lo entregué al total dominio de Dios, desde mis más absolutas convicciones espirituales.

Y se fue.

Dormido, como esperaba que sucediera, como deseaba que fuera su partida, en paz.

Simplemente dejo de respirar, paso de un sueño al otro, acompañado de mi mamá y Mariano, uno de mis hermanos, muy querido por él, como todos, todos fuimos uno, siempre fue así, ya que todos somos uno.

Cuando uno se manifestó, se manifestaron todos, los últimos días nos lo hizo ver, confundiendo a veces nuestros nombres, todos estábamos ahí, el nos veía a todos.

Después el silencio.

Las llegadas, los llantos, las reacciones, acompañarlo, acompañarlo en todo momento hasta que su cuerpo transmuto.

Su alma ya estaba en nuestros corazones, todos sentíamos paz.

Empezamos a vivir su partida con alegría, contando anécdotas, brindando por él como él brindaba por cada uno de nosotros.

Las noches son pesadas.

Cuestan.

Por momentos sobreviene el recuerdo, el vació, la ausencia, el recuerdo inevitable con sus prendas, sus objetos e imágenes, y es como si no, como si aun me faltara caer, aceptar la partida, terminar de soltar la materia, y es lo que siento a veces, que le falta a él, ya que lo siento muy cerca, por momentos tratando de que comprenda algo. Como si el aun sintiera algo de tristeza por tener que partir, siento que es un proceso que se juega en dos lados, se vive en dos lados y que es un proceso que vivimos todos los que lo amamos.

Siento que nos esta soltando, siento que lo estamos aceptando. Llevara algo de tiempo, lo se, pero el tiempo solo cuenta en la tierra, y solo es preocupación de quienes se preocupan.

Aquí no importan los tiempos, es la realización de un proceso lo que importa, y como así tampoco importan los años que la misión le lleva a cada uno, los años que cada uno necesita para realizarla, aquí nos apoyamos nosotros para sobrellevar la ausencia, para ir aceptando y soltando, y en esta común unión nos unimos a él, sin dudas él esta feliz por vernos unidos, ver a toda su familia unida, desde su madre hasta sus nietos.

Sentir el reconocimiento de sus colegas.

El amor de sus amigos.

El respeto de sus alumnos.

La admiración de sus maestros.

El amor de su fiel esposa.

La paternidad con sus hijos.

La comprensión de sus nietos.

Su alma esta en paz porque sabe que lo logro.

Sabe que fue quien dirigió su destino.

Viejo alcanzaste la gloria, la gloria en la que te tiene Dios.

Te la ganaste, acéptala.

Te la mereces.

Te la ganaste.

Alejandro Flores
20/10/10