Durante mucho tiempo visite a mi abuelo quien estaba internado en una residencia para ansíanos donde le podían brindar la atención que en nuestras casas era imposible, él había sido un hombre muy activo durante toda su vida, cerca de alcanzar los 90 años sufrió la rotura de su cadera y su vida cambio, de repente dejo de sentirse libre y eso altero la alegría de la mayoría de sus pensamientos, de todos modos jamás pudo disimular la alegría que sentía al vernos, por peor que se sintiera su cara se modificaba al cuando sus hermosos ojos se encontraban con los nuestros, su mirada era especial, divina, fisonomía se fue modificando pero siempre mantuvo una mirada dulce, amable, contenedora, generosa.
Siempre me hacia la misma pregunta ¿estas tocando la guitarra?, y yo le respondía, a veces si, a veces no.
El tuvo una relación muy particular con la guitarra, relación que de alguna manera se grabo en mi, tocaba de oído, pero lo hacia muy bien, era su cable a tierra y a todos nos hacia bien escucharlo tocar, aun si estábamos haciendo otras actividades, el sonido de su guitarra jamás era molesto.
Quizás fue por eso que yo comencé a practicar, primero con él que me animaba a seguir a pesar de no alcanzar obtener de ese instrumento un sonido que al menos se acercara a lo agradable. Después con unos amigos que habían formado su “banda” y con quienes compartí alguna parte de mi adolescencia.
La cosa es que siempre me preguntaba si lo hacia y yo le respondía, el atentamente escuchaba mi respuesta y guardaba silencio, luego algún tema daba por cerrado ese instante que quedaba flotando en mi subconsciente, por ¿que me pregunta esto?, él sabia que yo jamás había tomado clases de guitarra, que mi relación con el instrumento era como con la de cualquier juego mas, pero sin embargo me preguntaba por eso, poco le importaban otras cuestiones que en aquel entonces ocupaban mi escala de valores, me escuchaba, siempre, me aconsejaba y sus consejos siempre se podían resumir en “disfruta”. Nos reíamos, nos reíamos mucho. Sabíamos que teníamos una relación particular, ni una sola tarde deje de ir a verlo, cruce toda la ciudad sobreponiéndome a todas las inclemencias del tiempo para llegar a su lado, darle un abrazo y saber que le proporcionaba un momento de alegría entre tantos de preocupación, de dolor. Su mente lo atacaba y el solo quería volver a sentirse libre.
Un día, ante la reiteración de su clásica pregunta, luego de responderle, le pregunte ¿Por qué siempre me preguntas si toco la guitarra?, su respuesta fue, “porque tocas la guitarra cuando estas bien, si estas mal no podes agarrarla”, con el tiempo comprendí la profundidad de su sabiduría, supe que ese instrumento me ayudaba a despejar mi mente y que, a pesar de no hacer disfrutar a nadie de mi arte, para mi era una forma de desconexión, una manera de estar con mi ser, de ser uno en mente, alma y cuerpo.
Ahora me pasa algo parecido con las palabras, con la necesidad que siento de expresarme, de dejar salir lo que de mi alma clama por plasmarse en palabras. Es raro porque al igual que con la guitarra jamás tome clases de escritura, pero toda la vida me destaque por mis escritos, desde la aparente simpleza de la dedicatoria de una tarjeta de cumpleaños, hasta alguna que otra carta de amor que alguna vez ofrecí.
Hoy, particularmente hoy siento que escribir m cuesta, siento que solo puedo dejar que mis dedos sobre el teclado se desplacen dejando registrado lo que mi alma quiere decir, supongo que debe representar lo que me sucede, la dicotomía que se manifiesta en este momento entre mi mente, mi cuerpo y mi propio ser.
Estoy transitando un momento difícil, mi cuerpo esta en mi lugar de trabajo, donde aun me quedan por atender dos reuniones antes de poder responder a lo que mi mente desea, que es acompañar a mi padre en estos momentos, o continuar haciendo lo que mi alma necesita, que es esto, expresarse.
Tuve una pregunta rondando mi cerebro en un descanso que me permití, ¿donde se guarda la angustia?, ¿donde se puede esconder?, ¿como hacer para no sentirla?, ¿que hacer para que desaparezca?, e inconcientemente encontré la respuesta en ese recuerdo de mi abuelo y su presencia en mi vida, su compañía en mi vida.
Me siento mejor, una conversación ayudo a deshacer el nudo de la garganta, se que tenia que hablar, que tenia que expresarme, que debía dejar salir los sentimientos, las angustias, los dolores, las penas, dejo también que las lagrimas que tienen que salir salgan, porque tienen que salir.
No encuentro una forma de cerrar lo que aun no esta cerrado, me siento, siento que mi alma ya libero lo que debía liberar, que mi mente dijo lo que tenia que decir, que mi cuerpo hará lo que tiene que hacer para después poder estar donde debo estar, se que todo es perfecto y que en la creación suena la armonía que escuche en la guitarra de mi abuelo, en el piano de Salgan, en el bandoneón de Piazzolla, pero por ahora en mi ser solo hay silencio y solo espero que ese silencio se convierta en paz.
Gracias por estar.
Mi amor de Dios hacia vos.
Soy Reiki
Soy
Ale
Viernes 27 de noviembre de 2009 16:53 Hs.
Siempre me hacia la misma pregunta ¿estas tocando la guitarra?, y yo le respondía, a veces si, a veces no.
El tuvo una relación muy particular con la guitarra, relación que de alguna manera se grabo en mi, tocaba de oído, pero lo hacia muy bien, era su cable a tierra y a todos nos hacia bien escucharlo tocar, aun si estábamos haciendo otras actividades, el sonido de su guitarra jamás era molesto.
Quizás fue por eso que yo comencé a practicar, primero con él que me animaba a seguir a pesar de no alcanzar obtener de ese instrumento un sonido que al menos se acercara a lo agradable. Después con unos amigos que habían formado su “banda” y con quienes compartí alguna parte de mi adolescencia.
La cosa es que siempre me preguntaba si lo hacia y yo le respondía, el atentamente escuchaba mi respuesta y guardaba silencio, luego algún tema daba por cerrado ese instante que quedaba flotando en mi subconsciente, por ¿que me pregunta esto?, él sabia que yo jamás había tomado clases de guitarra, que mi relación con el instrumento era como con la de cualquier juego mas, pero sin embargo me preguntaba por eso, poco le importaban otras cuestiones que en aquel entonces ocupaban mi escala de valores, me escuchaba, siempre, me aconsejaba y sus consejos siempre se podían resumir en “disfruta”. Nos reíamos, nos reíamos mucho. Sabíamos que teníamos una relación particular, ni una sola tarde deje de ir a verlo, cruce toda la ciudad sobreponiéndome a todas las inclemencias del tiempo para llegar a su lado, darle un abrazo y saber que le proporcionaba un momento de alegría entre tantos de preocupación, de dolor. Su mente lo atacaba y el solo quería volver a sentirse libre.
Un día, ante la reiteración de su clásica pregunta, luego de responderle, le pregunte ¿Por qué siempre me preguntas si toco la guitarra?, su respuesta fue, “porque tocas la guitarra cuando estas bien, si estas mal no podes agarrarla”, con el tiempo comprendí la profundidad de su sabiduría, supe que ese instrumento me ayudaba a despejar mi mente y que, a pesar de no hacer disfrutar a nadie de mi arte, para mi era una forma de desconexión, una manera de estar con mi ser, de ser uno en mente, alma y cuerpo.
Ahora me pasa algo parecido con las palabras, con la necesidad que siento de expresarme, de dejar salir lo que de mi alma clama por plasmarse en palabras. Es raro porque al igual que con la guitarra jamás tome clases de escritura, pero toda la vida me destaque por mis escritos, desde la aparente simpleza de la dedicatoria de una tarjeta de cumpleaños, hasta alguna que otra carta de amor que alguna vez ofrecí.
Hoy, particularmente hoy siento que escribir m cuesta, siento que solo puedo dejar que mis dedos sobre el teclado se desplacen dejando registrado lo que mi alma quiere decir, supongo que debe representar lo que me sucede, la dicotomía que se manifiesta en este momento entre mi mente, mi cuerpo y mi propio ser.
Estoy transitando un momento difícil, mi cuerpo esta en mi lugar de trabajo, donde aun me quedan por atender dos reuniones antes de poder responder a lo que mi mente desea, que es acompañar a mi padre en estos momentos, o continuar haciendo lo que mi alma necesita, que es esto, expresarse.
Tuve una pregunta rondando mi cerebro en un descanso que me permití, ¿donde se guarda la angustia?, ¿donde se puede esconder?, ¿como hacer para no sentirla?, ¿que hacer para que desaparezca?, e inconcientemente encontré la respuesta en ese recuerdo de mi abuelo y su presencia en mi vida, su compañía en mi vida.
Me siento mejor, una conversación ayudo a deshacer el nudo de la garganta, se que tenia que hablar, que tenia que expresarme, que debía dejar salir los sentimientos, las angustias, los dolores, las penas, dejo también que las lagrimas que tienen que salir salgan, porque tienen que salir.
No encuentro una forma de cerrar lo que aun no esta cerrado, me siento, siento que mi alma ya libero lo que debía liberar, que mi mente dijo lo que tenia que decir, que mi cuerpo hará lo que tiene que hacer para después poder estar donde debo estar, se que todo es perfecto y que en la creación suena la armonía que escuche en la guitarra de mi abuelo, en el piano de Salgan, en el bandoneón de Piazzolla, pero por ahora en mi ser solo hay silencio y solo espero que ese silencio se convierta en paz.
Gracias por estar.
Mi amor de Dios hacia vos.
Soy Reiki
Soy
Ale
Viernes 27 de noviembre de 2009 16:53 Hs.